SOR MARGARITA RUTAN

Nació en Metz el 23 de abril de 1736 en una familia modesta de 5 hijos, era la octava entre sus hermanos y creció con ellos en un hogar feliz, donde había una vida organizada y laboriosa que ayudaba a formar una fuerte personalidad. Su padre que veía en Margarita grandes aptitudes intelectuales se preocupó por su educación y así fue adquiriendo una afición por las matemáticas y la arquitectura; eso fue providencial porque luego en las obras que le confió la Compañía, Margarita sacó un buen provecho de esas habilidades.
En Metz el nombre de San Vicente era bien conocido, eso le ayudó a penetrarse de caridad y a pensar en los demás; a medida que Cristo ocupaba un puesto especial en su corazón, Margarita descubrió en la ciudad la obra de las Hijas de la Caridad, y a los 18 años sintió el deseo de darse por completo a Dios. Escribió haciendo la petición y tras una espera de 3 años pudo por fin realizar su proyecto; el 23 de abril de 1757 a los 21 años entró al Seminario en la Casa Madre de París. Después de 5 meses de formación fue destinada a la Comunidad de Pau donde 9 Hermanas servían a los enfermos en el hospital .Además del cuidado de los enfermos le confiaron el taller de los niños huérfanos a quienes debía enseñar la manufactura y formar cristianamente
En sus primeros años de vocación tuvo la alegría de ver que dos de sus hermanas entraron también a la Comunidad, pero desafortunadamente las dos murieron muy jóvenes. Diez años después Margarita es enviada a diferentes casas y cuando tenía 43 años le confiaron la misión de Troyes para que examinara la situación crítica en la que se encontraba el hospital, la conclusión fue el cierre de la obra. Fue enviada entonces como Hermana Sirviente a Dax, esa pequeña ciudad de la Landas donde San Vicente hizo sus estudios. El hospital llegó a ser un verdadero modelo gracias a la dedicación de las Hermanas, a su competencia y a su vida de oración y de fraternidad., Sor Margarita era el alma de todo ese trabajo.
Pero en el año 1789 la situación de Francia esta desastrosa , se hacían gestiones para solucionar la crisis económica pero todo era inútil, por fin se declaró la Asamblea General Constituyendo que contribuyó a que estallaran los motines y por fin la revolución francesa que proclamó los derechos del hombre, confiscó los bienes de la Iglesia y obligó a los Sacerdotes a jurar la Constitución civil . El Obispo fue depuesto y los sacerdotes perseguidos. Los rebeldes nombraron un nuevo Obispo que había jurado la Constitución.
Unos días después ese Obispo visitó el hospital y se apoderó de su administración; intentó convencer a las Hermanas para que prestaran el juramento, pero Sor Margarita y sus compañeras permanecieron inflexibles. El 6 de abril de 1792 la Asamblea Decretó la supresión de todos los institutos religiosos ; la Madre Deleau Superiora General de la Compañía envío una circular dando orientaciones sobre lo que debían hacer las Hermanas , entre ellas la de dejar el hábito para tratar de continuar el servicio a los pobre, pero también las autorizaba a viajar a un país extranjero , si estaban en peligro. Sor Margarita y sus compañeras optaron por permanecer en el hospital y seguir a Cristo hasta el final; además previendo que tenían que dejar el hábito, preparó unos paquetes de ropa para las Hermanas y los confía a unos vecinos de confianza.
Pero ellas no ignoraban que estaban rodeadas de personas malintencionadas que las vigilaban para encontrar en ellas alguna falta. Al día siguiente empezaron gritar por todo el hospital:”Las Hermanas han robado elementos al hospital.”Se hicieron las investigaciones y reconocieron que solo se trataba de ropa personal. En 1793 nueva orden para que todos prestaran el juramento; el convento de los Capuchinos se transforma en cárcel, de hombres y el de las Carmelitas en cárcel de mujeres Sor Rutan no estaba en esa lista porque gozaba de mucha reputación entre la sociedad; pero los revolucionarios buscaban algún pretexto para condenarla.
Dos meses después se presenta la ocasión: Un soldado, al salir del hospital, quiso mostrar su gratitud a las Hermanas y organizó una serenata en su honor, al terminarla Sor Margarita ofreció a los músicos un pequeño refresco. Enterado el Comité afirmó: “Sor Margarita está corrompiendo a los soldados.”La detuvieron y la llevaron a la cárcel de mujeres, allí descubrió el trato inhumano que daban a los detenidos.
El 15 de enero de 1794 la hicieron comparecer ante el tribunal revolucionario en el que Sor Margarita encontró rostros y miradas llenas de ira y de violencia, entonces comprendió que su hora estaban próxima y se preparó para lo peor. Al día siguiente se enteró de que las otras Hermanas del Hospital habían sido también encarceladas. El 17 de marzo uno de los dirigentes políticos declaró: “La guillotina debe empezar a actuar, solo purgando a la tierra de nobles y sacerdotes fanáticos, que son nuestros eternos enemigos, solo así gozaremos de paz.”
El miércoles santo 9 de abril la condenaron a muerte en compañía del Padre Lannelongue, que se había quedado para sostener a sus feligreses. Los ataron espalda con espalda y los llevaron en una carreta al lugar del suplicio; llegaron al cadalso y Sor Margarita entregó a algunos soldados que lloraban, su pañuelo y su reloj. El primero en ser ejecutado fue el Padre, Sor Margarita miró su suplicio con serenidad y valentía, se quitó el velo de la cabeza y luego el verdugo quiso quitarle el que lleva en el cuelo y ella con firmeza le dijo:” Déjeme, jamás me ha tocado la mano de un hombre”. Avanzó hacia la guillotina, cantando el Magníficat, se arrodilló e inclinó su cabeza recibiendo apaciblemente el último golpe. Aceptó esta muerte por amor a Dios y en defensa de su fe.
La Beatificación se llevó a cabo en DAX el 19 de junio del año 2012. Había más de 2000 Hijas de la Caridad fuera de los Superiores Generales y de números religiosos y cristianos de todos los lugares; la ceremonia la presidió el Cardenal Angelo Amato, representante del Papa Benedicto XVI.
El suplicio de Sor Margarita nos lleva a pensar en tantos hombres y mujeres que hoy, como ayer son víctimas de la violencia .Nos invita a vivir un verdadero compromiso evangélico en el servicio de Cristo en los pobres; si no se nos pide que demos la vida en el martirio, la podemos entregar día a día, cumpliendo con amor los deberes de nuestra vida de Hijas de la Caridad .Que ella desde el cielo interceda por nosotras.

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