Nació el 18 de noviembre de 1863 en Casatisma (Italia) Su padre era Juez y su madre hija de un abogado; una familia de 10 hermanos de los cuales ella era la 5ª. Desde muy niña sentía un atractivo especial por la educación y por eso hizo sus estudios y adquirió el título de Maestra. A los 20 años ingresó a la Compañía de las Hijas de la Caridad y al salir del Seminario fue enviada a Cagliari, afirmando:” “Quiero ser toda de Dios para los pobres”; allí llegó el 1º. De enero de 1885 y la encargaron de dar clases en el Instituto. Se dedicó con ardor a la enseñanza , pero no se limitó solo a ella , ayudaba a todos y participaba en todas las actividades en bien de los pobres, a pesar de que su salud no era muy fuerte ; a los 30 años le empezó una tuberculosis pulmonar que soportó durante el resto de su vida.
En 1910 fue nombrada Hermana Sirviente en el Orfanato de Sassari, le dio un gran impulso a la obra y trabajo por la Asociación de hijas de María y de las Damas de la Caridad que existían en ese sitio pero que les faltaba organización y dinamismo, ellas les contagió de su celo y amor por los pobres. Los domingos hacía cursos de catequesis tanto a los niños como a los jóvenes Universitarios, para darles una buena formación cristiana y sembrarles valores morales.
Después de una buena labor en Sassari fue nombrada Ecónoma Provincial, dejó la obra haciendo un gran sacrificio y se marchó a Turín donde estaba la Casa Provincial. Allí estuvo año y medio, porque luego fue nombrada Directora del Seminario donde trabajó hasta el año 1914 cuando la enviaron a Cerdeña a la escuela infantil de La Marina que estaba en un barrio de un gran desarrollo económico y urbanístico ,pero que, a sus alrededores había numerosos pobres que vivían en viviendas miserables e insalubres ; los niños no tenían acceso a la escuela y eso favorecía la holgazanería y el pillaje, con esa pobreza material descubrió también su pobreza espiritual y entonces organizó un escuela en La Marina.
A la obra anterior añadió también una para las jóvenes empleadas de hogar, eran muchachas, en general muy jóvenes, que llegaban de los campos a buscar trabajo en la ciudad como empleadas domésticas .Muchas de ellas no sabín leer ni escribir, les organizó un trabajo de alfabetización unido a una auténtica formación cristiana; al mismo tiempo las jóvenes tenían tardes de recreación y expansión. La Caridad es inventiva hasta el infinito, decía San Vicente, y Sor Guiseppine tenía esa caridad, quería, como su Fundador hacer cada vez más.
Pero la obra por excelencia de Sor Guissepine y a la que está fuertemente unido su nombre es la de los “Muchachos de las Canastas”. En la ciudad que es un puerto, porque Cerdeña es una isla, había muchachos adolescentes, mal vestidos, descalzos, analfabetas y con hambre, que se apiñaban cerca del mercado o del puerto para llevar y traer mercados y equipajes y ganarse así unos miserables centavos que era lo que les pagaban. Esos muchachos con frecuencia tocaban a l puerta de la casa de las Hermanas pidiendo algo para saciar su hambre.
Sor Guiseppine había recomendado a sus compañeras que no les negaran eso que pedían, pero llegó un momento en el que pensó que eso no podía continuar así y que había que pensar en alguna solución práctica. Con sus compañeras reflexionó y tomó la determinación de reunirlos; se fue acercando a ellos y los fue ganando con mucha bondad y comprensión, los reunió y empezó a evangelizarlos, a hacerles aprender algún arte u oficio y a recobrar su dignidad, a que tuvieran también momentos de distracción; al grupo le dio el nombre de “LOS MUCHACHOS DE MARIA” del cual ellos se sentían orgullosos. La caridad era la norma de vida de Sor Guiseppine, la practicaba con profunda humildad sin hace alarde de lo que hacía, todo era con sus compañeras, convencida de la verdad de las palabras de San Vicente: “Servir a los pobres es servir a Jesucristo.”
En el último año de su vida el año 1924 Sor Guiseppine y sus compañeras de Comunidad en la escuela de la Marina fueron públicamente calumniadas por los Administradores, no se disculpó, por el contrario animó a sus compañeras a que aceptaran con humildad y en silencio la cruz a imitación de Cristo. Al cabo de un tiempo el Presidente de la Junta administrativa reconoció su error y pidió perdón. Ella nunca le guardó rencor, Inclusive se cuenta que en su lecho de muerte el administrador se aproximó a ella y como ya no podía hablar, lo miró con una bondadosa sonrisa.
Sor Nicoli murió el 31 de diciembre de 1924 a la edad de 60 años. Apenas murió toda la gente en Cagliari y sobre todo el personal de La Marina hablaba de su santidad y sus virtudes, se encomendaban ella. Uno de los milagros que se tuvo en cuenta para su Beatificación fue la curación repentina de un joven miliar afectado por unos tumores malignos en los huesos.
La Beatificación tuvo lugar en Cagliari (Italia) el 3 de febrero del año 2008 por el Cardenal Saraiva representante del Papa, acompañado por Monseñor Rodé un Cardenal Vicentino. El pueblo entero se reunió en los alrededores de la Basílica de la Santísima Virgen y cuando se descubrió el cuadro y apareció la imagen de Sor Guiseppine estallaron en plausos, había cerca de 15.000 personas. Estaban además los Superiores Generales y miles de Hijas de la Caridad, como también algunas resobrinas y una sobrina de Sor Guiseppine, la sobrina era casi centenaria. En su homilía el Cardenal dijo:” En esta Hermana nos impresiona la generosidad con que respondió a la llamada de Dios y la forma como lo siguió; su amor a Dios no la hizo vacilar ni retroceder ante el trabajo ni los sufrimientos porque vivía unida intensamente a Cristo por la oración y la Eucaristía, es así como viven todos los auténticos discípulos de Jesús.
El momento del Ofertorio fue particularmente emocionante , porque LOS MUCHACHOS DE MARIA subieron al altar para ofrecer un corderito vivo y algunos de sus canastos con víveres, los acompañaron 2 de las resobrinas de Sor Nicoli llevando una placa con la pila bautismal donde fue bautizada . Y sucedió algo que ellos consideraron como extraordinario: El tiempo durante toda la ceremonia de Beatificación fue un tiempo frío, oscuro y lluvioso que obligó a utilizar paraguas , pero cuando subieron los muchachos de María al altar y la gente los aplaudía, un rayo brillante de luz atravesó las nubes e iluminó todo el altar y la plaza entera. Las gentes decían es Sor Guiseppine que se une a nuestra alegría.
Demos gracias a Dios por esta Hija de la Caridad que El pone ante nuestros ojos y pidámosle la gracia de poder imitarla en su ardiente amor a Cristo y a los pobres, en su profunda humildad y total disponibilidad a la Voluntad de Dios.