SAN JUSTINO DE JACOBIS

Nació el 9 de octubre de 1800 en San Fele del Reino de Nápoles, fue el 7º. De 14 hermanos. En 1809 a la edad de nueve años hizo su primera comunión; este acontecimiento dejó huellas en su piedad y a partir de ese momento tuvo una ferviente devoción hacia la Eucaristía. Ingresó a la Congregación de la Misión el 17 de octubre de 1818, allí mismo en Nápoles y fue ordenado Sacerdote el 12 de junio de 1824. Dedicado totalmente a la evangelización de los pobres, participó durante 15 años en Misiones parroquiales al sur de Italia que estaba asolada por la peste en 1836., una peste que dejó miles de víctimas.

El 10 de marzo de 1838 fue enviado por la Propagando Fide a la Misión de Etiopía en Africa para fundar allí una misión en Abisinia .En Roma se decidió con la aprobación del Superior General el Padre Etienne, crear un nuevo Vicariato Apostólico y nombrar a San Justino como Obispo. La Consagración se hizo en medio de la persecución y de extrema pobreza, en una Capilla improvisada, por temor de un asalto de los soldados que querían incendiar y arrasar todo; allí levantaron un pequeño altar y a la media noche del 6 de enero de 1849, rodeado de escoltas y asistido por dos sacerdotes indígenas y por un hermano coadjutor, se hizo la ceremonia.

La persecución arreciaba, pero su celo no se detenía, por el contrario como que le daba vitalidad a la Misión; pero no faltaron las pruebas: Un Sacerdote indígena, de los mejores que él había preparado, introdujo la división en la Comunidad y llegó a ser apóstata y traidor; hizo encarcelar a algunos de los cohermanos, entre ellos al Beato Ghebra Miguel, que ya tenía 70 años, lo encadenaron y lo torturaron.
Ese valiente confesor de la fe, agotado por los malos tratos, murió mártir el 13 de julio de 1855, despertando la admiración y compasión, aún de los soldados que lo custodiaban. En 1851 el Padre Marco Antonio Poussau que era el Asistente General de la C. M. fue a hacer la visita canónica a esa misión y se dio cuenta, no solo de las grandes dificultades que tenían que afrontar, sino también del celo apostólico de los Misioneros.

Durante 22 años San Justino se consagró a animar a las Comunidades cristianas minoritarias, que vivían en un clima hostil, porque estaban perseguidas por el gobierno y por el clero Copto. Durante esos años conoció varias veces el exilio y la prisión, pero nada lo detenía, como San Pablo vivía solo para Dios y para su pueblo. En una de sus cartas pastorales dijo: “Ustedes son los dueños de mi vida, porque Dios me dio esta vida para gastarla en bien de cada uno de Ustedes.”

El nombre con el que se lo conoció en su Misión fue el de “Abuna Jacobis” Se incultura perfectamente entre su pueblo y se hizo uno de ellos. Cuando se embarcó hacia Africa, durante la travesía del Mar Rojo, San Justico y sus compañeros experimentaron la protección de la Santísima Virgen., llevaban muchas medallas y un cuadro de la Virgen Milagrosa que una Hija de la Caridad les había obsequiado. Uno de sus sacerdotes escribió: “La travesía que debíamos hacer en barco, se hacía ordinariamente en 8 días, nosotros nos gastamos 16, a causa de los vientos y huracanes; tres veces estuvimos a punto de naufragar, al vernos en inminente peligro entonamos el Ave Maris Stella y el Magníficat, arrojamos al mar algunas medallas y pusimos otra en el timón de la barca, repitiendo la Jaculatoria; en un instante volvió la calma, la tempestad cesó y llegamos felizmente a la ciudad.

Pero no era el final de nuestro viaje, debíamos atravesar la montaña a pie o a caballo para llegar a Adua; entonamos el Te-Deum en acción de gracias y pusimos la medalla en lo alto de un palo, llevábamos el cuadro de María y al llegar lo pusimos a la veneración de los fieles, al mismo tiempo que les distribuíamos medallas, ese fue el medio de atraernos la benevolencia de sus habitantes.
San Justino en una carta al Padre Etienne Superior General de la Congregación de la Misión, le dice: “La distribución de medallas ha producido un efecto admirable, es consolador ver a los herejes llevando en el pecho este signo de la Madre de Dios, como también ver su imagen venerada por todos y aún en la Iglesia más grande por orden del Rey, es un verdadero milagro de la Virgen; ahora yo tengo la dicha de que las gentes me llaman: Padre Justino de la Virgen María.”

San Justino no se contentó con exponer el cuadro a la veneración de los fieles, con distribuir medallas y enseñar la jaculatoria, sino que también les enseñó a rezar el Rosario. Su sueño era formar un buen clero católico indígena, a pesar de que la situación económica era muy precaria. Solo a comienzos del año 1845 pudo comenzar la construcción de una modesta casa en Guala y la puso bajo la protección de María Inmaculada; allí logró formar algunos que fueron ordenados más tarde. Pero en 1848 la persecución religiosa que se desató en la región, arreció contra San Justino, que tuvo que marchar al exilio… Antes de partir colocó medallas en todas partes de la casa y se marchó poniéndolo todo y sobre todo esa obra tan querida para él, en manos de la Santísima Virgen, hermoso gesto de quien ponía a la Santísima Virgen como guardiana su obra más querida. Con sobrada razón es llamados el APOSTOL DE MARIA EN ETIOPIA.

En 1850 Monseñor de Jacobis construyó una Iglesia en Hebo y ordenó allí 5 Sacerdotes autóctonos, además consagró Obispo coadjutor al Padre Lorenzo de la C.M. Pero la persecución se hizo más violenta, porque el Gobierno de la región decretó que, bajo pena de muerte, todos debían profesar la fe propuesta por Abuna que era una secta religiosa. San Justino se opuso, entonces lo cogieron preso así como a varios de sus seguidores que habían afirmado su fe católica; todos sufrieron largos interrogatorios y torturas y San Justino fue expulsado del país.

El Padre Pousseau que vino a hacer la visita canónica, envió luego un informe al Superior General y a la Propaganda Fide en Roma, en él describe el ambiente4 difícil y oscuro de Etiopía y la situación religiosa y política que se enfrentan. Al mismo tiempo resalta el celo y las virtudes de San Justino, afirmando que es el único hombre capaz de hacer frente a la situación y a lo que puede venir en el futuro. , un futuro que amenaza muerte entre musulmanes y católicos.

Poco tiempo después de este informe a San Justino se le ordenó abandonar el país y al negarse a ello fue encarcelado con otros 5 sacerdotes, entre ellos el Beato Ghebra Miguel. La prisión duró 4 meses y al recobrar la libertad, desafiando el peligro se refugió en Massaua bajo la protección del consulado., allí se entregó incansablemente a la misión, se ofreció inclusive para tomar el puesto de un condenado a muerte, nombró al Padre Delmonte como Vicario General. Desafortunadamente los padecimientos que había sufrido y el trabajo excesivo, acabaron por hacer mella en su salud que se iba debilitando día a día. El 19 de julio después de celebrar piadosamente la fiesta de San Vicente se sintió mal y previendo que su muerte se acercaba , decidió regresar a Halai ; con fiebre muy alta celebró su última Eucaristía el 29 de julio y luego emprendió su viaje . El 31 de ese mismo mes rodeado de sus hijos de Abisinia entregó su alma a Dios. Fue sepultado en Hebo el 3 de agosto y Canonizado el 26 de octubre de 1975.

Uno de los grandes deseos de Monseñor de Jacobis, fue el de llevar a Abisinia a las Hijas de la Caridad, pero no pudo lograrlo a causa de tantas persecuciones. Más tarde sus sucesores lo lograron y las Hijas de la Caridad llegaron allí el 8 de diciembre de 1878. Al frente del grupo misionero iba la Madre Luisa Lequette, que termina su mandato como Superiora General de la Compañía; Ella, siendo Superiora, había prometido al Obispo de Abisinia, enviarle las Hermanas. Como ya tenía 61 años, trataron de disuadirla, pero no cedió, afirmando que Dios la quería allí. Con ella viajaron otras cuatro Hermanas.

La obra de las Hermanas fue muy floreciente: Orfanato, Catequesis, visita domiciliaria, dispensario etc. A la Madre Lequette le enviaban desde Francia muy buenas ayudas para los pobres. Pero más tarde la guerra entre Abisinia y Egipto se recrudeció y entonces las Hermanas tuvieron que irse a Massana. La Madre Lequette regresó a Francia ya muy agotada, pasó 5 años en Roma y luego en Francia en donde murió.

VIRTUDES DE SAN JUSTINO Y LECCIONES QUE NOS DEJA.
San Vicente había recomendado a sus sacerdotes mantener el fervor de su consagración por medio de ejercicios piadosos, entre ellos la adoración al Santísimo Sacramento. En el momento de la beatificación de San Justino varios testigos aseguraron que lo veían antes de subir al púlpito arrodillado ante la Sagrario en profunda meditación. El mismo afirmaba. “En la contemplación se experimenta la presencia de Dios y en la predicación se la trasmite a los fieles”. Por eso no es extraño que sus predicaciones fueran escuchadas con avidez y que produjeran efectos extraordinarios en las almas.
En la Capilla pasaba varias horas enteras en oración profunda, tratando de identificarse con Jesucristo para obtener luces y fuerza para su trabajo misionero.

Uno de los cohermanos de San Lázaro cuenta que el hermano coadjutor encargado de despertarlos por la mañana, oyó un día que San Justino desde su habitación preguntaba si ya había sonado la campana para el descanso de la noche, el hermano admirado de la pregunta la contestó que la campana que acababa de sonar era para levantarse. Y es que San Justino, sin darse cuenta había pasado toda la noche en oración.

Otro aspecto de la espiritualidad de San Justino, fue su ardiente devoción a la Sma Virgen y su celo por hacerla conocer y amar por medio de la Medalla Milagrosa. Cuando salió de Francia para la misión, hacía solo 8 años que se había acuñado la Medalla; como él presenció los milagros que hizo la Medalla durante el cólera en Nápoles, se convirtió en un ardiente propagador.

Amó profundamente a Cristo en los pobres y los sirvió, con fe y generosidad. Tenía para ellos un profundo respeto, especialmente por los más miserables y groseros, ellos eran los preferidos de su corazón y de sus servicios. Los veía en Jesucristo y en El se apoyaba para su trabajo Misionero.

Gran espíritu de sacrificio. San Justino no vivió para él, sino para los demás, jamás buscó honores, aplausos, ni satisfacciones personales. Aun ya en sus últimos años cuando estaba muy enfermo y sus cohermanos se esforzaban por darle algún alivio, decía: “Nuestro Señor en la cruz tuvo por almohada su corona de espinas, es más que junto sufrir con El.”

Profunda humildad. Transportaba él personalmente la leña para cocinar, hacía como los demás su turno de cocina , aceptaba las opiniones de los demás, renunciando voluntariamente a las suyas, no hacía jamás alarde de su dignidad de Obispo, pasaba como uno de tantos. Monseñor Massaia lo llamada: “Un prodigio de humildad”. Presintiendo la falta de Misioneros y su reemplazo por sacerdotes seculares en la misión, decía: “ Si para extender la fe católica en Etiopía , viniera otro Obispo a ocupar mi lugar me sería muy agradable y me sentiría muy feliz, ponerme humildemente bajo su dirección como un simple sacerdote misionero.

SU CANONIZACION. La fama de sus virtudes y los prodigios que se atribuyeron a su intercesión llevaron a los fieles a pedir que se introdujera la causa de su beatificación y canonización. Se iniciaron en Nápoles en 1891. El 28 de agosto de 1935 se publicó el Decreto sobre la heroicidad de sus virtudes y el 31 de julio de 1939 el Papa Pío XII lo declaró Beato. Luego en 1947 se emprendió el proceso de su canonización con la aprobación de un milagro ocurrido a una Hija de la Caridad Sor Catalina Inno que tenía un neoplasma gástrico de naturaleza maligna y que por intercesión del Beato quedó instantáneamente curada.
La ceremonia de Canonización tuvo lugar el 26 de octubre de 1975 en el Año Santo por el Papa Pablo VI. Fue un verdadero gozo para la Familia Vicentina, tanto más cuanto que el Padre General pudo concelebrar con el Santo Padre.

Pidamos a San Justino ese espíritu Misionero del que estuvo animado y un corazón grande y generosos que, como afirmaba Santa Luisa, no encuentre nada difícil cuando se trate de la gloria de Dios y el bien de los hermanos . Roguémosle que obtenga para la Congregación de la Misión buenas y numerosas vocaciones y para todos los miembros de la familia Vicentina, el vivir con radicalidad y coherencia nuestro hermoso carisma.

SOR MARGARITA RUTAN

Nació en Metz el 23 de abril de 1736 en una familia modesta de 5 hijos, era la octava entre sus hermanos y creció con ellos en un hogar feliz, donde había una vida organizada y laboriosa que ayudaba a formar una fuerte personalidad. Su padre que veía en Margarita grandes aptitudes intelectuales se preocupó por su educación y así fue adquiriendo una afición por las matemáticas y la arquitectura; eso fue providencial porque luego en las obras que le confió la Compañía, Margarita sacó un buen provecho de esas habilidades.
En Metz el nombre de San Vicente era bien conocido, eso le ayudó a penetrarse de caridad y a pensar en los demás; a medida que Cristo ocupaba un puesto especial en su corazón, Margarita descubrió en la ciudad la obra de las Hijas de la Caridad, y a los 18 años sintió el deseo de darse por completo a Dios. Escribió haciendo la petición y tras una espera de 3 años pudo por fin realizar su proyecto; el 23 de abril de 1757 a los 21 años entró al Seminario en la Casa Madre de París. Después de 5 meses de formación fue destinada a la Comunidad de Pau donde 9 Hermanas servían a los enfermos en el hospital .Además del cuidado de los enfermos le confiaron el taller de los niños huérfanos a quienes debía enseñar la manufactura y formar cristianamente
En sus primeros años de vocación tuvo la alegría de ver que dos de sus hermanas entraron también a la Comunidad, pero desafortunadamente las dos murieron muy jóvenes. Diez años después Margarita es enviada a diferentes casas y cuando tenía 43 años le confiaron la misión de Troyes para que examinara la situación crítica en la que se encontraba el hospital, la conclusión fue el cierre de la obra. Fue enviada entonces como Hermana Sirviente a Dax, esa pequeña ciudad de la Landas donde San Vicente hizo sus estudios. El hospital llegó a ser un verdadero modelo gracias a la dedicación de las Hermanas, a su competencia y a su vida de oración y de fraternidad., Sor Margarita era el alma de todo ese trabajo.
Pero en el año 1789 la situación de Francia esta desastrosa , se hacían gestiones para solucionar la crisis económica pero todo era inútil, por fin se declaró la Asamblea General Constituyendo que contribuyó a que estallaran los motines y por fin la revolución francesa que proclamó los derechos del hombre, confiscó los bienes de la Iglesia y obligó a los Sacerdotes a jurar la Constitución civil . El Obispo fue depuesto y los sacerdotes perseguidos. Los rebeldes nombraron un nuevo Obispo que había jurado la Constitución.
Unos días después ese Obispo visitó el hospital y se apoderó de su administración; intentó convencer a las Hermanas para que prestaran el juramento, pero Sor Margarita y sus compañeras permanecieron inflexibles. El 6 de abril de 1792 la Asamblea Decretó la supresión de todos los institutos religiosos ; la Madre Deleau Superiora General de la Compañía envío una circular dando orientaciones sobre lo que debían hacer las Hermanas , entre ellas la de dejar el hábito para tratar de continuar el servicio a los pobre, pero también las autorizaba a viajar a un país extranjero , si estaban en peligro. Sor Margarita y sus compañeras optaron por permanecer en el hospital y seguir a Cristo hasta el final; además previendo que tenían que dejar el hábito, preparó unos paquetes de ropa para las Hermanas y los confía a unos vecinos de confianza.
Pero ellas no ignoraban que estaban rodeadas de personas malintencionadas que las vigilaban para encontrar en ellas alguna falta. Al día siguiente empezaron gritar por todo el hospital:”Las Hermanas han robado elementos al hospital.”Se hicieron las investigaciones y reconocieron que solo se trataba de ropa personal. En 1793 nueva orden para que todos prestaran el juramento; el convento de los Capuchinos se transforma en cárcel, de hombres y el de las Carmelitas en cárcel de mujeres Sor Rutan no estaba en esa lista porque gozaba de mucha reputación entre la sociedad; pero los revolucionarios buscaban algún pretexto para condenarla.
Dos meses después se presenta la ocasión: Un soldado, al salir del hospital, quiso mostrar su gratitud a las Hermanas y organizó una serenata en su honor, al terminarla Sor Margarita ofreció a los músicos un pequeño refresco. Enterado el Comité afirmó: “Sor Margarita está corrompiendo a los soldados.”La detuvieron y la llevaron a la cárcel de mujeres, allí descubrió el trato inhumano que daban a los detenidos.
El 15 de enero de 1794 la hicieron comparecer ante el tribunal revolucionario en el que Sor Margarita encontró rostros y miradas llenas de ira y de violencia, entonces comprendió que su hora estaban próxima y se preparó para lo peor. Al día siguiente se enteró de que las otras Hermanas del Hospital habían sido también encarceladas. El 17 de marzo uno de los dirigentes políticos declaró: “La guillotina debe empezar a actuar, solo purgando a la tierra de nobles y sacerdotes fanáticos, que son nuestros eternos enemigos, solo así gozaremos de paz.”
El miércoles santo 9 de abril la condenaron a muerte en compañía del Padre Lannelongue, que se había quedado para sostener a sus feligreses. Los ataron espalda con espalda y los llevaron en una carreta al lugar del suplicio; llegaron al cadalso y Sor Margarita entregó a algunos soldados que lloraban, su pañuelo y su reloj. El primero en ser ejecutado fue el Padre, Sor Margarita miró su suplicio con serenidad y valentía, se quitó el velo de la cabeza y luego el verdugo quiso quitarle el que lleva en el cuelo y ella con firmeza le dijo:” Déjeme, jamás me ha tocado la mano de un hombre”. Avanzó hacia la guillotina, cantando el Magníficat, se arrodilló e inclinó su cabeza recibiendo apaciblemente el último golpe. Aceptó esta muerte por amor a Dios y en defensa de su fe.
La Beatificación se llevó a cabo en DAX el 19 de junio del año 2012. Había más de 2000 Hijas de la Caridad fuera de los Superiores Generales y de números religiosos y cristianos de todos los lugares; la ceremonia la presidió el Cardenal Angelo Amato, representante del Papa Benedicto XVI.
El suplicio de Sor Margarita nos lleva a pensar en tantos hombres y mujeres que hoy, como ayer son víctimas de la violencia .Nos invita a vivir un verdadero compromiso evangélico en el servicio de Cristo en los pobres; si no se nos pide que demos la vida en el martirio, la podemos entregar día a día, cumpliendo con amor los deberes de nuestra vida de Hijas de la Caridad .Que ella desde el cielo interceda por nosotras.

LAS MARTIRES DE ARRAS

En plena revolución francesa cuatro Hijas de la Caridad que trabajaban en el Hospital de Arras , fueron martirizadas; ellas eran: Sor Magdalena Fontaine nacida el 22 de abril de 1723 en la región del Eure en Francia. Ingresó a la Compañía el 9 de julio de 1748 y era la Hermana Sirviente en el Hospital. Sor María Lanel, nació el 24 de agosto de 1745 en Eu, y entró a la Compañía el 10 de abril de 1764, trabajó primero en París y luego fue enviada a Arrás. Sor Teresa Fantou nació el 29 de julio de 1747 en Miniac (Bretaña) y entró a la Compañía el 29 de noviembre de 1771, trabajó primero como educadora y luego como enfermera en Arrás. Sor Juana Gerard, nació en Cumieres el 23 de octubre de 1752 y entró a la Compañía el 17 de septiembre de 1776.
En el Hospital de Arras que fue fundado durante la vida de los Santos Fundadores, trabajan 7 Hermanas, las obras era múltiples, visita a domicilio, atención a los enfermos y una pequeña escuela gratuita para niñas pobres. Cuando se proclamó la Constitución civil del Clero, que luego el Papa condenó como contraria la fe católica, quisieron obligar a las Hermanas a que juraran, haciéndoles ver que era por el bien de los enfermos, pero ellas se negaron rotundamente porque repugnaba a su conciencia .Ante estas amenazas una Hermana , la más joven que tenía pánico de lo que pudiera suceder la enviaron a su familia, otras dos pasaron la frontera disfrazadas y protegidas por un comerciante, quedaron entonces en el Hospital las otras 4 hermanas, que prefirieron morir antes que abandonar a los pobres. En la historia se cuenta que terminada la revolución regresaron a la Comunidad y lamentaron el no haber tenido la gracia de ser guillotinadas como sus compañeras.
El 12 de julio de 1790 la Asamblea Constituyente votó la Constitución Civil del Clero en la que se sustraída el clero de la autoridad espiritual del Papa y la sometían a un poder civil y unos meses después prescribió que todos los Sacerdotes y Religiosos debía prestar el juramento a dicha Constitución; esto llevó a una verdadera división en el clero porque algunos aceptaron el juramente y otros se negaron .A los que juraron los protegieron y ayudaron, pero a los que se negaron los consideraron como enemigos de la patria. El 1º.de noviembre de 1793 llegó a Arras el Comisario Lebón, era un Sacerdote Oratoriano juramentado, fue nombrado Alcalde de la ciudad ; unos días después empezó a indagar si las Hijas de la Caridad del Hospital había prestado el juramento ; al casa ya estaba vigilada por un empleado municipal con la orden de vigilar a las Hermanas .
Fueron acusadas sin razón, de tener en su poder papeles y periódicos contra-revolucionarios y además de negarse a prestar el juramento, por eso fueron detenidas y llevadas a la cárcel el 15 de febrero de 1794, allí estuvieron unos meses. La guillotina donde inmolaban a los mártires no estaba en Arras, sino en Cambray; y el 25 de junio de 1794 dieron orden al Director de la cárcel para que enviara inmediatamente a las Hermanas a Cambray. Llegaron el 26 muy temprano e inmediatamente las condujeron al lugar del cadalso. Durante el trayecto las gentes reconocieron a las Hermanas del Hospital y gradecidos por el bien que hacían, pedían indulgencia par ellas. Ante la multitud que las rodeaba, Sor Magdalena repitió en voz alta, lo que ya varias veces había dicho cuando estaba en la prisión:” No temáis, nosotras seremos las últimas víctimas”. Esta profecía que movió a risa y a burlas al Comisario Lebón, se cumplió al pie de la letra, ellas fueron en Cambray las últimas víctimas,
Aquella misma tarde la guillotina dejó de funcionar con motivo de una fiesta cívica decretada por Lebón; la desmontaron para dejar sitio a las decoraciones que ordenó para la fiesta y nunca se la volvió a montar. Muy pronto después la caída de Robespierre que había sido uno de los dirigentes de la revolución y que la había llevado a los mayores excesos, puso fin a esta época sangrienta. Estas Hermanas nuestras constituyen el precio que la Compañía pagó a la Revolución francesa, fuera de ellas otras muchas tuvieron que sufrir cárceles y malos tatos, pero en todas partes se mostraron valientes y firmes en su fe y en una total adhesión a la Iglesia católica
La Beatificación tuvo lugar el 13 de junio de 1920 por el Papa Benedicto XV en Roma. Su fiesta se celebra cada año el 26 de junio.

SOR MARTA WIECKA

Nació el 12 de enero de1874 en una región de Prusia que luego se unió a Polonia. Perteneció a una familia no solamente cristiana sino también muy patriota; en la escuela donde Marta estudió estaba prohibido practicar la fe católica y hablar el idioma polonés, pero todo esto lo aprendió en su hogar. Cuando tenía 2 años la atacó una grave enfermedad que puso en peligro su vida, pero después de una novena a la Virgen recuperó la salud, lo que se consideró como un verdadero milagro, de ahí la devoción profunda que siempre tuvo a la Santísima Virgen. Terminados sus estudios se dedicó a cuidar a sus hermanos y a los deberes del hogar, porque su madre tenía una mala salud, sus hermanos la llamaban la” segunda mamá.”
A los 15 años ya se sentía llamada por el Señor y entonces escribió pidiendo admisión a la Comunidad en la Provincia de Chelmo, pero la respuesta que le dieron fue una invitación a que fuera a pasar la Navidad con las Hermanas, ella aceptó con gozo, fue y hubiera querido quedarse pero le dijeran que estaba muy joven y que debía esperar siquiera otros 2 años. A los 18 entró a la Compañía en la Provincia de Cracovia y después del tiempo de formación fue enviada al Hospital de Lvov, un hospital muy grande con cerca de 800 enfermos; allí trabajaban 50 Hermanas. Para ella fue una verdadera escuela en donde aprendió a ser una excelente enfermera .En septiembre de 1894 la enviaron al Hospital al de Podhajee y allí hizo sus votos el 15 de agosto de 1897.
Dos años después la cambiaron para Bochina, un hospital más pequeño y una Comunidad de 5 Hermanas. Allí tuvo que su fruir la calumnia de uno de los pacientes, un relojero de mala reputación que veía con celos que Sor Marta se ocupara de un Seminarista que estaba también hospitalizado , al salir del hospital fue donde el Cura Párroco y le dijo que Sor Marta faltaba a la castidad, desafortunadamente el Párroco le creyó y lo comunicó a los Superiores Provinciales que no dudaron de las palabras del sacerdote; la Hermana Sirviente estaba absolutamente convencida de la inocencia de Sor Marta , salió en su defensa asegurando que se trataba de una verdadera calumnia y logró que los Superiores no la cambiaran. El calumniador al ver que no la retiraban y que era la Hermana Sirviente la que la defendía trató de asesinarla, felizmente no lo logró, pero ese hecho permitió que se conociera la verdad. Todos reconocieron la inocencia de la Hermana.
Esta dolorosa prueba Sor Marta la vivió con una fe inquebrantable en Dios y con la confianza de que algún día se conocería la verdad; sin temores ni cobardías continuó su trabajo con los enfermos con el mismo cariño y abnegación con que siempre lo hacía ; nunca comentaba con sus compañeras el doloroso calvario que estaba sufriendo, ni hablaba de su calumniador, toda su confianza estaba en Dios en quien había puesto su vida., segura de que algún día se conocería la verdad.
En 1902 Sor Marta llegó al Hospital de Sniatyn, había adquirido no solo una grande experiencia, sino también mucha virtud.; se entregó como siempre no solo a los enfermos sino también a toda clase de pobres que acudían al hospital, sonriente, paciente y generosa se daba a todos sin reserva. Su vida terminó con un acto heroico de caridad: Un empleado del hospital recibió la orden de ir a desinfectar un cuarto en donde acababa de morir una paciente afectada del tifus, una enfermedad que era terriblemente contagiosa, se trataba de un empleado joven y padre de familia, el hombre estaba angustiado pensando en una posible contaminación para él y para sus dos hijos pequeños, cuando Sor Marta lo vio en esa angustia se ofreció generosamente para reemplazarlo. Dos días después de este acto heroico, empezó sentir los síntomas de la enfermedad , se emplearon todos los medios humanos para salvarla , inclusive oraciones de gentes de diferentes creencias religiosas oraban por su curación, pero todo fue inútil ; pasó varios días hospitalizada y el 30 de mayo de 1904 después de haber recibido la comunión se sumió en una oración profunda y entregó su alma a Dios.
Sor Marta había amado hasta el extremo como fiel discípula de Jesús, y como El, había pasado por el mundo haciendo e el bien. Las gentes que la conocieron la consideraban como una Santa y Mártir de la Caridad y empezaron a pedir su Beatificación. El proceso de estudio de su vida y sus virtudes se inició el 26 de junio de 1997 en la Diócesis de Lvov y se terminó el 30 de junio de 1998. Las actas fueron enviadas a Roma y el 9 de abril de 1999 la Sagrada Congregación para la causa de los Santos , publicó el Decreto aprobando la validez del proceso de Beatificación, ese Decreto lo promulgó el Papa Juan Pablo II el 20 de diciembre del 2004.La Beatificación se llevó a cabo el 24 de mayo del año 2008 en Lvov (Ucrania) y fue presidida por el Cardenal Francisco Bertone, en nombre del Santo Padre Benedicto XVI. Asistieron los Superiores Generales y numerosas Hijas de la Caridad especialmente de las 3 Provincias de Polonia, todos bendiciendo a Dios por esta nueva gracia concedida a la Compañía.
El 20 de septiembre del 2006, la Directora de le escuela de Szczordowo se reunió con los profesores y los padres de familia para buscar un patrón para la escuela. Todos por unanimidad escogieron a Sor Marta y decidieron dar su nombre a la escuela, pensando que es un buen ejemplo para su alumnos , después de obtener el consentimiento del Gobierno, el Obispo de la Diócesis y padres de familia profesores y alumnos realizaron este deseo con un acto muy solemne en el que se pusieron de relieve las virtudes de Sor Marta.
En Ucrania, en el cementerio de la ciudad de Sniatyn está la tumba de Sor Marta, es una tumba que permanece siempre adornada con flores y tejidos bordados según la costumbre del país. Las tumba atrae a numeroso creyentes católicos, ortodoxos y judíos, porque todos, cualquiera que sea su raza o religión la llaman “LA MATUSZKA” que quiere decir la Buena Madre y vienen a confiarse a ella. Hoy San Vicente nos diría, como lo dijo cuando murió Santa Luisa “Qué hermoso cuadro hijas mías, qué hermoso cuadro, es como un espejo en el que debéis miraros, para aprender de ella.”

SANTA LUISA DE MARILLAC

Nació el 12 de agosto de 1591 en La Auvernia al norte de Francia. Contrajo matrimonio con Antonio Legrás el 5 de febrero de 1613 y enviudó el 21 de diciembre de 1625. Se puso bajo la dirección de San Vicente de Paul que poco a poco la fue involucrando en sus actividades caritativas, especialmente en la dirección de las Cofradías de la caridad. Con él fundó la Compañía de las Hijas de la Caridad el 29 de noviembre de 1633. Murió el 15 de marzo de 1660. Beatificada el 9 de mayo de 1920 y Canonizada el 11 de marzo de 1934 por el Papa Pío XI. El 10 de febrero de 1960 el Papa Juan XXIII la proclamó “ Patrona de cuantos se entregan a las obras sociales . Su fiesta se celebra el 15 de marzo.

SANTA CATALINA LABOURE

Conocer cada vez más a Santa Catalina, nos permite conocer mejor el mensaje de la Santísima Virgen a la Compañía y a cada una de nostras. La vida de Santa Catalina la conocemos, por eso sólo vamos a hacer algunas pinceladas sobre ese aspecto y luego nos vamos a centrar en las experiencias espirituales que ella vivió y en las enseñanzas que ella nos deja.  Celebrar  el aniversario de las apariciones es un acontecimiento y San Vicente nos dice que Dios nos habla por medio de  ellos.

Nació Catalina el 2 de mayo de 1806, en una familia profundamente cristiana. En 1815 murió su madre y en ese momento Catalina toma a la Sma Virgen como su madre. Cuando  tenía apenas 12 años, su hermana mayor María Luisa deja el hogar para ingresar a la Comunidad; entonces  Catalina,  con  una madurez y fortaleza extraordinarias, dice a su hermanita pequeña, “nosotras  nos haremos cargo de la granja”  A causa de ese trabajo, solo a los  18 años  pudo ir a la escuela, en un pensionado en Chatillón. Allí en casa de las Hermanas vio un cuadro de San Vicente y reconoció  al que había visto en un sueño, entonces comprendió que Dios la llamaba a seguirle.

Su proyecto encontró una fuerte oposición en su padre y por eso tuvo qué esperar. A la edad de 24 años lo logró, y en 1830 llegó a la casa Madre en París para iniciar su Seminario.; allí en el silencio y la oración cultivó su amor a Jesús y a su Madre Santísima .Todas conocemos las gracias extraordinarias con las que fue favorecida durante su  seminario; esas gracias fueron una luz en su camino y una fuerza en su ser de Hija de permaneció por espacio de 46  años ; murió el 3l de diciembre de 1876 a la edad de 70 años.

El testimonio de vida de Santa Catalina, no se reduce solo  a  los acontecimientos de 1830,, es a través de su vida como el Señor nos habla; esa vida entregada por completo al amor.  Ella se santificó en lo “cotidiano”, no hizo cosas extraordinarias, su santidad la fue tejiendo día a día en un servicio humilde, sencillo, generoso; con esto nos enseña que la santidad es posible.  Nosotras también podemos y debemos escuchar al  Señor que nos habla cada día en la oración y descubrir allí ese amor ,que  da sentido  a  los deberes  de cada  día,  a lo que parece  pequeño, a lo repetitivo ,para descubrir allí la presencia de Dios. Lo pequeño puede ser pequeño, pero  se vuelve grande cuando se hace con un  amor .

Las experiencias espirituales que vivió Catalina en sus encuentros con María, son una verdadera historia de  AMOR. Fue allí a los pies de María donde aprendió a vivirlo, para poderlo dar a los demás. Cada mañana escuchemos como Catalina la invitación de María: VENID AL PIE DE ESTE ALTAR”, jamás comprenderemos  la grandeza de esta invitación que Ella nos hace.

La vida de Santa Catalina fue una vida sencilla, ejemplar, sin ruido. Las personas sencillas no tienen historias, su vida fue una sucesión de hechos sin relieve;  y sin embargo vivió en su vida , los misterios de Jesús. Leamos  brevemente esos misterios:

MISTERIOS GOZOSOS.  Su nacimiento en una familia cristiana donde había mucho afecto. El tierno amor de su padre que encontró en ella  consuelo y apoyo en su viudez .Gozo de su primera Comunión en donde inició el contacto con Jesús., contacto que fue creciendo cada día. El llamamiento de Dios a seguirle. El ingreso a la Comunidad y la gracia de   poder celebrar, en los comienzos de su vocación, la fiesta de la traslación de las reliquias de San Vicente. Gozo de verse convertida en la humilde sierva de los pobres.

MISTERIOS DOLOROSOS. La pérdida de su madre cuando apenas tenía 9 años. La separación de su padre y hermanos para ir a servir en el Restaurante de su hermano en París, en  donde encontró un ambiente mundano que la martirizaba. El rechazo de su padre a su primer intento de ingreso a la Comunidad. La muerte de su padre  solo  en su última enfermedad. La incomprensión y falta de credibilidad por parte de su Director espiritual  el Padre Aladel , al confiarle el secreto de las apariciones. Su sufrimiento al ver  pasar  el tiempo sin que el deseo de la Virgen  se  cumpliera. La severidad por parte de su Hermana Sirviente que se mostraba dura y exigente con ella.

MISTERIOS GLORIOSOS. Los 2 encuentros privilegiados con la Santísima Virgen que la llevaron a decir: “Allí pasé los momentos más felices de mi vida”. Las revelaciones del corazón de San Vicente.  El regreso a la Comunidad de su hermana María Luisa, que se había retirado. La alegría profunda de ver cómo se difundía la medalla y los prodigios que hacía .Una paz y gozo profundo al ver logrado su deseo de que se hiciera la imagen de la Virgen del globo, como ella lo había visto el 27 de noviembre.

Uno de los aspectos impresionantes de la vida de Catalina, fue su firme voluntad, que le ayudó a sostenerse  en medio de dudas e incomprensiones. Fue tenaz, oró,  no se desanimó, insistió y una vez que logró convencer al Padre Aladel, entró  en un ambiente de oscuridad y silencio , hasta el final de sus días.  San Vicente nos dice: “Para imitar la humildad de Jesús hay que amar la vida oculta, porque la humildad es el medio para descentrarnos de nosotros mismos y volvernos a Dios”. Eso para ella no fue fácil, porque fueron muchas las tentativas que se hicieron para arrancarle su secreto.  Y bien sabemos que fue solo después de su muerte cuando se supo que ella era la vidente de María. Este ejemplo de Catalina nos enseña que no hay conversión posible sin fuerza de voluntad. Cuántas veces nuestras mejores resoluciones se  quedan en simples deseos que luego se olvidan. En Catalina  vemos que el amor es más fuerte que  nuestras debilidades, por eso, como ella ,           tenemos que mantenernos en la escuela de María, para forjar allí grandes y nobles ideales y ser coherentes con lo que deseamos.

Querer el tomar en serio nuestro compromiso con Cristo, con el evangelio, con los pobres.

Querer  es saber quiénes somos, qué deseamos a donde queremos llegar, ser auténticas. Tener grandes y nobles ideales.

Querer es saber afrontar con serenidad, paz y confianza, como Santa Catalina, los problemas, las dificultades y sufrimientos de cada día.

Querer es saber que todo es posible con la ayuda de Dios, que nunca nos falta.

En Santa Catalina  la Iglesia no ha canonizado la vidente, sino la auténtica Hija de la Caridad. Una Hija de la caridad que  consumió la vida en el amor a Cristo y a los hermanos. No podemos dudar que los privilegios que recibió le ayudaron a caminar a pasos agigantados  en ese camino de santidad; toda su mística fue caminar sobre los pasos de Jesús servidor y  bajo  la protección de María, la  sierva humilde de los designios de Dios. Es una humilde Hija de la Caridad a quien Dios escogió para trasmitir al mundo el mensaje de María por medio de su medalla; esa es la pedagogía de Dios que siempre escoge para sus mejores gracias a personas humildes y sencillas. El mismo decía: “Te alabo Padre porque has ocultado esas cosas a los sabio y a los grandes y las has revelado a los humildes y sencillos”.  Santa Catalina era un alma pura, humilde y sensible a las cosas de Dios.

A su muerte, su cuerpo fue enterrado allí mismo en Reully. Durante  su vida ninguno de sus contemporáneos  vio nada extraordinario en ella; en cambio  la Iglesia, reconoció su santidad 70 años después de su muerte. En 1936 fue exhumado su cuerpo que  había estado  en esa cripta durante  56 años, la expectativa era grande, ante lo que se podía encontrar  y para sorpresa de todos se encontró intacto, las manos que tuvieron el privilegio de  estar sobre las rodillas de la Santísima Virgen , presentaban la frescura de la carne y estaban blancas.  El reconocimiento de las reliquias en presencia del Cardenal Verdier se hizo el 22 en la Casa  Madre ; los médicos legistas observaron que el cuerpo estaba flexible. No había duda, aquellas reliquias eran las de una Santa. Fue trasladado a la Capilla de la Casa Madre. El 27 de julio de 1947, el Papa Pío XII, la proclamó Santa en la Basílica de San Pedro en Roma, y al canonizarla la bautizó:” LA SANTA   DEL SILENCIO”

Ella como la Santísima Virgen podía decir:”Dios ha mirado la pequeñez de su sierva”. Estaba convencida de ello, lo expresó con esas palabras:” Yo no he sido más que un instrumento; no es por mí por lo que la Virgen ha venido, si Ella me escogió a mí ,que no sé nada, es para que no se pueda dudar de su mensaje”.

LECCIONES QUE PODEMOS SACAR DE SU VIDA.  Catalina  es un dechado de virtudes, Dios nos ha dado en ella el verdadero modelo de la Hija de la Caridad. Toda su vida permaneció en la escuela de María y fue allí donde  germinaron en su alma todas las virtudes .Veamos algunas:

LA ORACIÓN. Al pie del sagrario, como se lo dijo  la Santísima Virgen, encontró la fuerza y la luz que necesitó durante toda su vida. En medios de sus duras jornadas con los ancianos y los pobres,  pasaba  largos momentos  de oración.

HUMILDAD Y SENCILLEZ. Con las manos juntas, sobre las rodillas de la Virgen,  aprendió la humildad y la sencillez de la sierva de los pobres. Para ella, los acontecimientos de  1830 no fueron nunca un privilegio, sino una misión, por eso permaneció oculta y silenciosa, sin hacer  alarde jamás de los privilegios  con los que había sido favorecida.

SILENCIO. Un silencio cargado de amor y de contemplación. UN secreto guardado con grandes dificultades e incomprensiones, el secreto de SU REINA.  Silenciosa y recogida, consumió su vida, como un cirio que se consume en el altar al pie del Santísimo.

Terminemos estas reflexiones, meditando sobre lo que era la oración en Santa Catalina,  solo una oración de ella se ha conservado. Es un maravilloso ejemplo de la forma como debemos dirigirnos a Dios.” Cuando yo voy a la Capilla , me pongo en la presencia del Buen Dios y le digo:”Señor,  heme aquí, dame lo que Tú quieras” . Si El me da alguna cosa, me pongo muy contenta y se lo agradezco. Si no me da nada, también se lo agradezco, porque yo no merezco nada. Después le cuento todo lo que me viene al espíritu, le digo mis penas y mis alegrías y luego lo escucho.”

Digámosle a la Santísima Virgen que así como ayudó a Santa Catalina a vivir en ese clima de Dios, nos ayude también a nosotros en medio de nuestra vida agitada y a veces  superficial ,a imitarla, a detenernos para  dar lugar al silencio, a la reflexión y la oración, a dejar espacios para   Dios, para vaciarnos de nosotras mismas y penetrarnos del espíritu de las Bienaventuranzas. Así, en la escuela de María seremos verdaderas imitadoras  de este modelo de Hija de la Caridad, que Dios ha puesto ante nuestros ojos, y que es un verdadero tesoro de la Compañía.

SANTA JUANA ANTHIDE THOURET

Nació en Francia el 27 de noviembre de 1765. Su madre falleció cuando ella tenía 14 años le tocó asumir la responsabilidad del hogar. Cuando tenía 15 años hizo un voto privado de castidad , ya se despertaba en ella el germen dela vocación. A los 22 años conoció a las Hijas de la Caridad y pidió admisión ,el 1º. de noviembre ingresó al Seminario. Tuvo varios destinos y se encontraba en la Casa Madre cuando el Decreto del gobierno revolucionario su primió las congregaciones religiosas . Las Hermanas se dispersaron, Juana salió pero siguió sirviendo a los enfermos y enseñando el catecismo . En agosto decidió unirse a la “Sociedad del retiro cristiano”, pero la experiencia fue negativa. En 1795 a petición del Vicario General de Besancon dejó la Compañía y se convirtió en Fundadora de una nueva Comunidad pero con las reglas de San Vicente. Su Comunidad se llama:”Hermanas de la Caridad de Besancon”. Tuvo qué sufrir mucho, primero por incomprensiones del Arzobispo, luego por la división en su comunidad. Murió en Nápoles el 24 de agosto de 1826. Beatificada el 23 de mayo de 1926. Canonizada el 4 de enero de 1934.

SANTA CATALINA, DEL SILENCIO A LA GLORIA

La vida de Santa Catalina tuvo el sello de la oscuridad, pero a partir de su glorificación, ella cumple con la misión de mostrarnos la grandeza de lo pequeño y la elocuencia de un silencio heroico ofrendado a Dios. Silencio fue su origen campesino, silencio fue el secreto bien guardado de bellas y sobrenaturales experiencias vividas, silencio fue su vida de Hija de la Caridad, humilde, escondida, modesta, discreta. Pero también, gloria fueron los maravillosos y reiterados dones con que Dios la favoreció. Gloria fue su exaltación a la gloria de Bernini en Roma, cuando la Iglesia la declaró Santa.

Miremos a grandes rasgos lo que fue su vida: En la fértil región de Borgoña en Francia se encuentra el pueblecito de Fain-les-Moutiers, tierra natal de Santa Catalina. Allí Pedro Labouré tuvo su granja y constituyó un hogar de profundas convicciones cristianas, en donde todo hablaba de amor, de trabajo, de oración y de Dios. Este bienestar, se ve alterado en el año 1815 por la muerte de Magdalena su esposa.

Zoé como llamaban familiarmente a Catalina y Tonina su hermana menor, fueron enviadas a San Remy donde una tía, allí permanecieron hasta 1818 cuando regresaron cerca de su padre. En ese momento María Luisa, su hermana mayor, piensa que puede realizar ya su anhelo de ser Hija de la Caridad y entonces Catalina, a la edad de 12 años, asume con sentido de responsabilidad las funciones de ama de casa. Ese mismo año tuvo la dicha de hacer su Primera Comunión, y como todo en su vida ese acto estuvo rodeado de silencio, de sencillez e intimidad.

De 1818 a 1829 todo marchó muy bien .Muy cerca ya a sus 19 años Zoé tuvo un misterioso sueño, que le mostraría su camino. Un sacerdote anciano, al terminar de celebrar la Misa le hace señas para que se acerque a él, ella temerosa se aleja, pero el Sacerdote le dice: Hoy huyes de mí, pero llegará un día en que estarás feliz de venir conmigo”. Catalina tiene ya 22 años, apenas a los 18 años pudo aprender a leer y escribir piensa que ha llegado la hora de seguir el camino de su hermana, ingresando a la Compañía de las Hijas de la Caridad. Lo comunica a su padre y su respuesta en un NO rotundo .Zoé se concentra en su soledad ante esa negativa, pero no desiste de su idea.

Se va entonces interna donde su prima que tiene un pensionado en Chatillón y estando allí un día visita la casa de las Hijas de la Caridad y se sorprende al ver en el recibidor el retrato del anciano que vio en sueños , era San Vicente de Paul. Entonces ya no vacila así se oponga su padre. El misterio de cada vocación es grande, Pedro Labouré la envía a París a acompañar a su hermano viudo que tiene un restaurante, pensando que eso disiparía su deseo de hacerse Hija de la Caridad. Su prima intercede ante su padre que termina por ceder. En 1830 fue aceptada para iniciar su postulantado.

El 21 de abril de 1830 Catalina logra la meta de sus anhelos: traspasar los umbrales de la Rue du Bac para iniciar su seminario., con ella se completaban 112 Hermanas. Apenas iniciado su seminario fue la fiesta de la traslación de las reliquias de San Vicente, de la Catedral de París a la casa de los Lazaristas, el 25 de abril. Con esta fecha empiezan para Catalina diversas manifestaciones del cielo : La primera, el corazón de San Vicente que se le muestra primero blanco como símbolo de pureza, luego rojo como signo de caridad y finalmente granate como presagio de conflictos que vendrían para Francia. El 6 de junio fiesta de la Santísima Trinidad ve a Jesús como un Rey con la cruz sobre el pecho, de repente la cruz cae por el suelo, presagio de días sombríos . Sin embargo Catalina guarda en silencio todo esto meditándolo en su corazón.

La noche del 18 al 19 de julio tuvo la aparición de la Virgen, sentada en la silla, ella se arrodilla y pone sus manos sobre sus rodillas. El 27 de noviembre es la Virgen de los rayos y del globo. La Virgen le da la orden de hacer acuñar una medalla. Las últimas palabras de María fueron:” Tu ya no me verás más, pero te hablaré durante la oración.” Catalina entra en un profundo silencio, termina su etapa de formación y es enviada a Reuilly; allí inicia una vida de sierva de los pobres, una vida de trabajo y de oración. Pasa de la cocina a los ancianos, de la granja al palomar, de la acogida a los que llegan a su oficio de portera etc. Todo es sencillo y rutinario, pero ella lo convierte en amor; como una violeta guarda el secreto de su Reina.

En medio de este trabajo y de los privilegios que Dios le concede, vivió 46 años; pero no todo fue gloria tuvo mucho qué sufrir y callar ante el tajante rechazo de su Director y confesor el Padre Aladel que le repetía: “ La Hija de la Caridad está hecha para servir a los pobres y no para soñar”. La grandeza de la vida de Santa Catalina no está en sus apariciones y privilegios, sino en su vida de entrega humilde, sencilla y silenciosa , que le mereció la gloria de los altares y el calificativo de la “Santa del silencio”. Sin poder librarse del todo de las sospechas de sus compañeras respecto a los dones recibidos, Catalina se las arregló para pasar desapercibida y eludir preguntas indiscretas, segura de que la Santísima Virgen le ayudaría a guardar el secreto, hasta el día en que Ella misma le dará la autorización para revelarlo. Esto ocurrió en 1876 un poco antes de su muerte, lo confió a Sor Dufés, su Superiora, porque el Padre Aladel ya había muerto.

Al aproximarse el fin del año aseguraba que no llegaría al año siguiente. Murió el 31 de diciembre a las 6.30 de la tarde y minutos después ya todos sabían que había sido la vidente de la Virgen Milagrosa. Ahora preguntémonos: ¿Que quedó de esas apariciones de la Santísima Virgen?

En 1832 el Padre Aladel, ante la insistencia de Catalina y acogiendo el beneplácito de Monseñor de Quelén, mandó acuñar 1.500 medallas que, un vez repartidas empezaron a obrar prodigios y milagros ,entre ellos la conversión de un hereje, el Obispo de Malinas Monseñor Pradt que , próximo a morir se retractó de sus errores al recibir una medalla de manos de Monseñor de Quelén. En ese mismo año, Federico Ozanam colocó a la Sociedad de San Vicente bajo la protección de María Inmaculada. La familia de Ozanam conserva una medalla milagrosa que él llevaba al cuello desde 1835 hasta su muerte.

El Santo Cura de Ars, Juan María Vianney, tuvo una devoción especial a la Virgen de la Medalla. Mandó tallar en madera su imagen, la colocó en su Iglesia parroquial y en el tabernáculo hizo grabar los signos de la medalla., además consagró su parroquia a María Inmaculada. El Papa Gregorio XVI analizó a fondo el contenido de las apariciones y les dio su probación, tuvo en sus habitaciones privadas una imagen de la Virgen Milagrosa y recibió la primera medalla. En 1842, en la Iglesia de Santa Andrea del Fratte en Roma, se obró la admirable conversión del judío Alfonso Ratisbonne, que había recibido una medalla solo por complacer a un amigo, la Santísima Virgen se le mostró radiante, tal como estaba en la medalla.

En 1854 el Papa Pío IX declaró el Dogma de la Inmaculada Concepción de María y el 20 de junio de 1847 ya había dado su aprobación a la Asociación de Hijas de María, enriqueciéndola con muchos privilegios. A partir de esas primeras 1.500 medallas acuñadas en 1832, ya fueron y hoy son incontables las que se han repartido en el mundo entero.

El proceso de canonización de Catalina, prácticamente empezó el día de su muerte, porque desde ese momento empezaron a hablar de sus virtudes y a recoger cuidadosamente todos los documentos que podrían ayudar a comprender la obra del Espíritu Santo en esa humilde joven llamada a enriquecer la Iglesia con el aroma de sus virtudes. El perfil de su santidad no lo centraron en las apariciones, sino en su opción radical por Cristo y por los pobres y en una vida de Hija de la Cridad, humilde, silenciosa y llena de fe y de amor.

El Reino de los cielos no es patrimonio de los ricos y poderosos de este mundo, sino de los humildes y pequeños. Así lo reconoció el Papa Pío IX cuando ordenó que se procediera a la exhumación de los restos de Santa Catalina. La sorpresa fue grande al encontrarla incorrupta, con un cuerpo perfectamente flexible, con la profundidad de su mirada a través de esas pupilas azules que habían contemplado a la Madre de Dios.
El Mismo Sumo Pontífice procedió a su Beatificación que tuvo lugar el 25 de mayo de 1833. Y luego el Papa Pío XII, expresó su amor a María al poder canonizar a la Santa del Silencio, como él la llamó, el 27 de julio de 1947. En esa forma nos entregó el mensaje especial para estos tiempos, cuando necesitamos acercarnos a Dios, por medio de su Madre Inmaculada. Esas lecciones que nos da la Santísima Virgen las podemos resumir así:
La primera: AMOR A LA COMUNIDAD. Me complazco en derramar gracias sobre ella, pero estoy apenada, porque hay grandes abusos, no se observan las reglas, la regularidad deja qué desear. Que le respondemos a la Santísima Virgen? ¿Qué nos diría hoy?

El segundo. EL VALOR DEL SILENCIO. Para poder comprender lo que el Señor nos pide a través de la Madre; la importancia de saber escuchar y meditar la palabra de Dios. Silencio de oración, silencios llenos de Dios, silencios de caridad, silencios de prudencia etc.

La tercera: VENID AL PIE DE ESTE ALTAR. Ella no nos atrae a Ella, nos conduce a su Hijo presente en el sagrario., a donde debemos acudir para tener luz, para conocer su Voluntad, para fortalecernos en los momentos difíciles, para adorarlo allí en medio de nosotros. Esa invitación de la Madre, es el eco del Evangelio de San Lucas, cuando María alcanza de Jesús su primer milagro, en las Bodas de Caná, y dice a los servidores:” Hagan lo que El les diga.”

La cuarta: MARIA NOS HACE UN ENVÍO. La Madre desea ardientemente que seamos mensajeras activas y efectivas de su mensaje de amor, a través de la Medalla, que la hagamos conocer y amar, como puente para ir a Jesús. Que difundamos su medalla y que infundamos confianza en su maternal solicitud por todos, y especialmente por los pobres y pequeños.

La quinta: MARIA NOS CONFÍA A LOS NIÑOS Y LOS JÓVENES. Ella muestra su particular interés y amor por la juventud. Quiere que se funde una Cofradía de Hijas de María a la que Ella favorecerá con muchas gracias. Llevar a los jóvenes a comprometerse y a consagrar su vida a Jesús por María, como modelo de su vida juvenil y de su futuro.

La sexta: QUE SE ACUÑE UNA MEDALLA. Cuántas lágrimas y sufrimientos tuvo Santa Catalina antes de ver realizado este deseo de la Madre. Una Medalla que es un compendio de la doctrina de la salvación, una medalla que habla por sí misma, una medalla que se convierte en un instrumento de evangelización… Hay qué propagarla.

Las apariciones de la Santísima Virgen son un privilegio, no solo para Santa Catalina, sino también para toda la Compañía. Pero fuera de ser un privilegio, son una responsabilidad, son una exigencia de santidad personal, de la cual Dios nos tomará cuenta. Que Santa Catalina nos enseñe a amar a María como Ella la amó y a vivir con humildad y sencillez nuestra vocación. Esa humildad con la que ella dijo a Sor Dufés: “ Yo no he sido más que un instrumento ; no es por mí por quien se ha aparecido la Santísima Virgen; si me escogió a mí, que no sé nada, es para que no se pueda dudar de Ella.”. OHA MARIA SIN PECADO CONCEBIDA….”

SAN FRANCISCO REGIS CLET

Nació En Grenoble el 19 de agosto de 1748, en una familia de agricultores profundamente cristiana. Dotado de grandes capacidades intelectuales a los 15 años empezó sus estudios en Lyon, en el colegio de los Jesuitas y sedes tacó en latín y filosofía. Muy pronto sintió el llamado de Dios al sacerdocio y sobre todo a la vida misionera y por eso optó por la Congregación de la Misión. Inició su seminario interno en Lyon e hizo los votos el 18 de marzo de 1771. Fue ordenado sacerdote el 22 de marzo de 1773 cuando tenía 25 años.
Trabajó primero en Annecy como profesor de teología y en 1788 fue nombrado Director del Seminario interno en la Casa Madre. Insistentemente oraba para que los Superiores le concedieran la gracia de ir como Misionero a China, pero su salud no se lo permitía. En 1789 llegó la Revolución francesa y la casa Madre de los Misioneros fue saqueada, algunos miembros martirizados o deportados; el Padre Clet se refugió en otra casa de la Comunidad. En plena revolución, tres Misioneros habían sido destinados para ir a China, pero una semana antes, uno de ellos tuvo inconvenientes, entonces el Padre Clet obtuvo el permiso para ir en sus lugar.
El viaje duró 6meses, llegaron a Macao y permanecieron allí un año aprendiendo la lengua del país, s finalmente fueron destinados a la misión de Kiang-si, en 1792. Allí encontró una comunidad cristiana que durante muchos años no habían tenido sacerdote, entonces se dedicó con ardor a atenderla. Al año siguiente lo trasladaron a Hupei donde permaneció el resto de su vida .Desde el primer momento su vida fue la de un verdadero apóstol, se hizo chino con los chinos con su cabeza rapada y la larga trenza que todos llevan, con el vestido de los chinos y su larga barba. Sus giras misioneras las hacía a pie. Al año de su llegada sus dos cohermanos murieron uno en la cárcel y el otro agotado por el trabajo.
Vivía pobre y sencillamente, habitaba en un rancho de paja y luego construyó una pequeña Iglesia de ladrillo, una escuela y una pequeña residencia para él. Pero la persecución no tardó en llegar, a comienzos del año 1775 hubo varios levantamientos y algunos católicos fueron acusados de favorecer esa rebelión; muchos sacerdotes fueron encarcelados y ejecutados . El Padre Clet fue acusado ante el Obispo de haber simpatizado con algunos de los políticos y haberles dado informaciones; nada más contrario a la verdad. Guardó silencio s y más tarde el Obispo reconoció el error.
En el año 1819 surgió una nueva persecución, apresaron a dos sacerdotes chinos y les ofrecieron mil monedas de plata por la captura del Padre Clet. Comenzó entonces para él un período de 3 meses de escondites viviendo en cuevas , campos y montañas, hasta que llegó a Hunán y fue acogido por una familia cristiana ; pero el 16 de junio de 1819 fue traicionado por un cristiano apóstata a cambio de dinero , fue apresado con la familia que lo hospedó. . Lo llevaron a Nan-yang y allí durante 10 días fue apaleado. Y azotado con un látigo de cuero, además obligado estar cuatro horas de rodillas sobre sus cadenas. Luego fue enviado a Wu-chang, pero como ya no podía caminar fue llevado en una jaula; al llegar se encontró, allí con otro sacerdote de la Misión el Padre Cheng, se pudo confesar y recibir la comunión.
El 18 de enero, después de pasar por varias cárceles fue sentenciado a muerte, afortunadamente mientras llegaba la ejecución le permitieron recibir visitas y los últimos sacramentos
El 18 de febrero lo ataron a una estaca, mientras tanto de rodillas oraba, le echaron una gruesa cuerda al cuello para que muriera por estrangulación, la aflojaban y la tiraban para prolongar y hacerle más penoso su martirio. Lo intentaron varias veces y por último murió completamente estrangulado. Tenía 71 años de los cuales había pasado 28 evangelizando en China. Fue enterrado en el cementerio local, pero luego un grupo de cristianos lo desenterraron y llevaron su despojos mortales al cementerio católico de la Montaña Roja en las afueras de la ciudad.
.Desde el momento de su muerte, los católicos lo consideraron como un mártir, recogieron su túnica, las cuerdas con las que lo ejecutaron y otros objetos, los guardaron cuidadosamente y más tarde los enviaron a la casa Madre de la Congregación de la Misión en París. Su larga vida llena de méritos y trabajos apostólicos, sus sufrimientos y su corona del martirio, llevaron a los cristianos de China, junto con las autoridades Eclesiásticas del país y los Superiores de la Congregación de la Misión a iniciar el proceso de Beatificación.
El 9 de julio de 1843s, el Padre Clet fue declarado Venerable por el Papa Gregorio XVI ; luego el 27 de mayo del año 1900 fue Beatificado por el Papa León XIII y Canonizado el 1º de octubre del año 2000 por el Papa Juan Pablo II. Sus restos, lo mismo que los de San Juan Gabriel Perboyre se encuentran en la Capilla de la Casa Madre de los Misioneros en París. Su fiesta litúrgica se celebra el 18 de febrero que fue el día de su nacimiento.
Los Santos no envejecen nunca, continúan siendo los testigos de la fe de la Iglesia. Su vida, sus virtudes y sus obras iluminan no solo a la Iglesia de su tiempo, sino también a la Iglesia de hoy. San Francisco Regis Clet se entregó a Cristo, sacrificó su vida en su seguimiento evangelizando a los pobres, vacío de sí mismo, llegó a una identificación perfecto con Cristo evangelizador y servidor de los pobres, a imitación de San Vicente. Hoy más que nunca la Iglesia y el mundo necesitan hombres y mujeres que sean otros Cristas, cuyas vidas sean como la del Maestro.
San Francisco Regis Clet, forjó su vida en el crucifijo, en el Evangelio y en la Eucaristía, por eso ni la persecución, ni el hambre, ni la desnudez, ni el peligro lo apartaron nuca del amor de Cristo. El martirio no se improvisa de la noche a la mañana, se va forjando en la fidelidad de cada día, para que, cuando llegue la hora haya una respuesta generosa como la de nuestros mártires. Hay un martirio que se da en la entrega de cada día, en el olvido de sí, en el trabajo, en la lucha por la justicia etc.,
En una de las Asambleas Generales de la Congregación de la Misión, el Papa Juan Pablo II les dijo: “Sin monopolizar la caridad ni la acción social, San Vicente removió cielo y tierra para ir a ayudar a los pobres y evangelizarlos. Queridos Padres y Hermanos de la Congregación de la Misión, más que nunca, con audacia y humildad busquen las causas de la pobreza e inventen soluciones a corto y largo plazo, soluciones concretas y eficaces. Obrando así cooperan a la credibilidad del Evangelio y de la Iglesia.” Estas palabras las podemos tomar como si fueran dichas también a las Hijas de la Caridad, a cada una de nosotras.
Un camino de fidelidad es el que nos trazan nuestros mártires y Santo de la familia Vicentina. Una vida diáfana, alegre, perseverante, siempre al servicio de Cristo y de los hermanos .más necesitados. A nosotros nos toca emprenderlo cada día con renovado fervor y alegría, siguiendo las huellas de Cristo.

PEDRO RENATO ROGUE

Nació el 11 de junio de 1759 en Vannes, una pequeña población francesa donde había un maravilloso ambiente religioso, existían varias Comunidades tanto de hombres como de mujeres y tenía 4 Parroquias; sus padres eran pequeños comerciantes y Pedro Renato fue su único hijo. El padre no llegó a conocer a su hijo, porque nació cuando estaba ausente y murió en el transcurso del viaje. Correspondió entonces a su madre la crianza y educación de Pedro Renato, ella con el deseo de una buena formación lo confió al Colegio que había cerca y que estaba dirigido por los Padres Jesuitas. Allí realizó sus estudios de humanidades que terminó a los 17 años.
Terminados estos estudios se tomó un año en la casa de su madre para discernir la orientación de su vida y en el año 1776 ingresó al Seminario de Vannes regido por los Sacerdotes de la Congregación de la Misión; durante 6 años hizo sus estudios de teología y Sagrada Escritura, los cuatro primeros años externo y los dos últimos interno. Recibió las órdenes menores y el subdiaconado de manos del Obispo Diocesano y luego fue ordenado el 21 de septiembre de 1782.
Una vez ordenado el Obispo le confió la Capellanía del “Retiro de mujeres” una casa dedicada a retiros espirituales, allí ejerció muy bien su ministerio, pero el recuerdo de la vida que llevaban los Misioneros en el Seminario y el conocimiento que adquirió de San Vicente lo acompañaban, entonces , empezó a sentir que Dios lo llamaba a la evangelización de los pobres ; esa llamada suponía dejar la Capellanía, dejar sus tierra natal, su madre y ponerse en total disponibilidad para sr enviado donde la Iglesia y los pobres lo necesitaran. Bien consciente de todas estas exigencias, dio el paso y fue admitido en la Congregación de la Misión el 25 de enero de 1786.
En el Seminario de Vannes donde había estudiado, necesitaban un Profesor de teología dogmática y el Superior General lo envió a trabajar allí. Volvió entonces a su tierra natal a comienzos de año 1787 para alegría de su madre, de los Padres y de la gente que lo conocía. Uno de sus contemporáneos lo describe así: “El cielo lo había dotado de inocencia y santidad, un espíritu justo, alegre y servicial, irradiaba paz y serenidad; en el Seminario todos lo apreciaban y muchas personas piadosas lo buscaban como Director Espiritual.” El 26 de octubre de 1788 pronunció los votos que se hacen en la Congregación de la Misión.
Pero el ambiente político en Francia estaba nublado; el 12 de julio de 1790, la Asamblea Constituyente votó la Constitución civil del claro que fue sancionada por el Rey Luis XVI . Los Sacerdotes de Vannes dedicaron varios días a estudiarla y llegaron la conclusión de que el Estado no tenía derecho a modificar la Constitución de la Iglesia Católica y que por tanto aceptarla ,era aceptar que el Papa ya no era la cabeza visible de la Iglesia , que se convertiría en una Iglesia nacional. El 27 de noviembre urgieron a todos los eclesiásticos, Obispo, Rector del Seminario, profesores y alumnos a prestar el juramento.
El Obispo de Vannes se negó a jurar, lo expulsaron y saquearon su casa, lo mismo el Superior del Seminario a quien le confiscó todos sus bienes; los Seminaristas tuvieron que dispersarse. Fueron varios meses de una gran turbación e inseguridad. El Papa Pío VI publicó el 20 de marzo de 1791 un Decreto condenando la Constitución. El 2 de enero los Sacerdotes de la misión fueron brutalmente expulsados del Seminario , Pedro Renato se refugió en la casa de su madre donde gozó durante algunos meses de una cierta libertad; pero el 6 de abril de 1792 se dictó el Decreto suprimiendo todos los Institutos y Congregaciones Religiosas ; por tanto a los Sacerdotes no les quedaba más que dos caminos : o salir de Francia o permanecer en el país como enemigos de la nación. Pedro Renato escogió el camino de la fidelidad a su vocación y a su pueblo; entonces empezó a ejercer su ministerio clandestinamente sobre todo de noche, cambiaba frecuentemente de domicilio y se ocultaba en casas de personas amigas y de confianza; en la casa donde se ocultaba celebraba la Eucaristía con pequeños grupos de fieles, administraba los sacramentos y visitaba a los enfermos.
En el año 1794 fue la muerte de Robespierre uno de los más feroces dirigentes de la Revolución, entonces se abrió un período de relativa tolerancia; ya Pedro podía andar libremente, atender a los que acudían a él, celebrarla Eucaristía pero en las casas porque las Iglesias se habían convertido en oficinas atendidas por Sacerdotes que habían prestado el juramento. La calma no duró mucho, el 29 de septiembre de 1795 se inicia nuevamente la persecución con expulsión y muerte de los sacerdotes que se negaran a prestar el juramento. El Padre Pedro se ve obligado a volver a las catacumbas.
Había entre los jefes de la revolución uno llamado Le Meut que deseaba ardientemente capturar al Padre Pedro por la simpatía y el aprecio de que gozaba que en la población; ese hombre inclusive había recibido una generosa ayuda de la madre del Padre Pedro Renato, cuando él y su hija estuvieron en una grave necesidad. El 24 de diciembre de 1795 el Padre Pedro Salió en la noche a distribuir la comunión a los enfermos , lo acompañaba un amigo; cuando iban por la calle se dio cuenta que los estaban siguiendo, le dijo entonces a su amigo que se alejara para no correr peligro , al Padre lo cogieron y lo llevaron a la oficina de Le Meut que al verlo gritó: Ciudadanos, en sus manos ponemos a este curita, guárdenlo.”
Al ver que su vida corría peligro el Padre Roge se apartó un poco, se puso de rodillas y consumió las hostias que llevaba para evitar una profanación, luego llegaron los guardias, le ataron las manos y lo condujeron a la cárcel; allí encontró muchos sacerdotes y cristianos, su llegada fue para ellos como un regalo porque se convirtió en su poyo y consuelo. Al conocerse la noticia la ciudad se llenó de consternación; una persona ofreció dinero a los carceleros para que dejaran escapar al Padre Pedro, pero él se negó para evitar represiones más fuertes.
El día de Navidad empezó para e Padre la última etapa de su Ministerio Sacerdotal, no podía celebrar la Eucaristía, pero sí dedicarse a la oración y al servicio de los demás con una íntima alegría y serenidad para sostener y ayudar a los demás. Los 69 días que pasó en la prisión fueron encendiendo en él el deseo del Martirio. El 2 de marzo fue conducido al tribunal; una vez pronunciada la sentencia de muerte, se puso de rodillas y exclamó: “Te doy gracias Dios mío por haberme juzgado digno de morir por la fe, en tus manos entrego mi vida.”
Las pocas horas de vida que le restaban las empleó para escribir a su madre y a sus hermanos Sacerdotes; en la carta a su madre la anima a unirse a su sacrificio pensando que un día se reunirán en el cielo. A las tres de la tarde lo sacaron de la prisión con otros compañeros a la plaza de mercado donde debía ser guillotinado. Al llegar, ve a Le Meut al pie de la guillotina, le dirigió un sonrisa de perdón y le dijo:”No tengo nada para ofrecerte más que este reloj, te lo doy.” Una gran muchedumbre lo acompañaba en silencio, uno de sus verdugos al reconocer al Padre que le enseñó el catecismo vaciló, entonces el Padre Pedro le dijo con energía: “Amigo mío cumple con tu deber.,” luego elevó los ojos al cielo y exclamó con vos fuerte: “En tus manos Señor encomiendo mi espíritu; luego se inclinó y la guillotina le cortó la cabeza. Muchos de los presentes se acercaron a empapar sus pañuelos en la sangre del mártir, convencidos de que era un santo.
Esa misma tarde los cuerpos del Padre y demás ajusticiados fueron sepultados en una fosa común. Cuando volvió un poco la calma, la Señora Roge hizo colocar una cruz sobre la tumba de su hijo. En 1908 el Obispo de Vannes y el Superior General que era el Padre Fiat nombraron una comisión para iniciar el proceso de Beatificación y el 10 de mayo de 1934 el Papa Pío XI lo inscribió en el catálogo de los Beatos.
Fue el santo de la fidelidad a su fe y su adhesión a la Iglesia, un servidor fiel de los pobres, el creyente valiente que supo mantener su fe a pesar de la persecución. Conoció a Cristo desde sus primeros años y fue agudizando su amistad con Él durante toda su vida .Es un reto para nuestra vida, nos urge a: Ser fieles a Jesucristo, sin temor a la persecución y al martirio, a dar testimonio de nuestra fe por medio de las obras en bien de los pobres., amar y servir a la Iglesia, una Iglesia de comunión, una Iglesia servidora. Que su fidelidad nos anime a vivir nuestra vida cristiana y nuestra entrega a Cristo, como él la vivió.

BehanceBehance