A LA FAMILIA VICENTINA

M is saludo cordial y fraterno para los miembros de la Familia Vicentina que me escuchan. En estos momentos, creo que hoy más que nunca estamos espiritualmente  unidos tratando de comprender  lo que el Señor no dice en estos días  tan difíciles que estamos viviendo, con esta pandemia que  ha afectado a toda la humanidad.

San Vicente  fue el hombre de los acontecimientos,  los supo leer a la luz de la fe  e interpretar lo que Dios quería decirle, por eso afirmaba:” El acontecimiento es Dios  y por medio él, nos manifiesta su Voluntad.” Estas palabras de San Vicente cobran hoy una prodigiosa actualidad,   porque estamos viviendo  unos problemas  que  no nos habíamos imaginado: Esta Pandemia del Covid 19 ,que ha turbado nuestra vida, nos ha cambiado el ritmo y el  estilo de vida  y ha trastornado muchos de los proyectos que teníamos para este año, causando, en algunas personas, angustia, ansiedad y  pobreza.

Por eso en este momento, hoy más que nunca el Carisma de San Vicente  debe animarnos  y brillar en la Iglesia, hemos heredado ese carisma  y tenemos qué vivirlo y trasmitirlo, para que, a través de nuestra vida y de nuestros servicios  los pobres, que son los más golpeados por esta pandemia, experimenten el amor que Dios tiene por ellos.  El Papa Francisco nos ha dicho que tenemos que ser LOS SAMARITANOS  de hoy para dar la mano a quien sufre, levantar al caído,  y dar esperanza;  esa esperanza que nunca debemos perder.

El Carisma Vicentino tiene siempre un mensaje y un gran dinamismo espiritual y por eso constituye  una verdadera riqueza en  la labor misionera  de la Iglesia. En los últimos años  la Familia Vicentina se ha ido consolidando  y uniendo fuerzas y eso ha marcado una etapa en la historia de nuestra Familia espiritual, que hunde sus raíces en esos dos gigantes de la Caridad Vicente de Paul y Luisa de Marillac. Ellos creyeron en los laicos, en su generosidad y dinamismo y  comprendieron el papel que debían  desempeñar en la  tarea de la Iglesia, por eso los invitaron a ponerse al servicio de la Caridad.

En el Documento de Aparecida en Brasil, leemos: “Los laicos  son hombres y mujeres de la Iglesia en el corazón del mundo  y hombres y mujeres del mundo en el corazón de la Iglesia “. Y bien sabemos que la Iglesia es  Comunión, en donde hay diversidad de dones y de carismas, como también diversidad de ministerios, todos encaminados a la extensión del Reino de Dios.

Todos ustedes y yo sabemos que la pobreza es estructural y que en lugar de disminuir  aumenta cada día y en este momento, más que nunca;  por eso nosotros como Familia Vicentina tenemos que abrir los ojos, buscar, no solamente a los pobres, sino también  descubrir las causas de esa pobreza, combatirlas y tener el valor de defender la justicia  trabajando  por los derechos de los pobres. Es cierto que la tarea es inmensa, que no podemos cambiar el mundo y la sociedad, ni remediar todas las necesidades de los pobres, pero tenemos qué hacer lo que podamos, cada uno según sus posibilidades; no nos resignemos a ver la situación de los pobres, porque algo nos está diciendo hoy el Señor  y una de las cosas que nos está diciendo es que: debemos cambiar de mentalidad, convertirnos y ser más fraternales y solidarios. Nuestra opción por los pobres en quienes vemos a Jesucristo, no puede quedarse en palabras, porque la fe sin obras está muerta. Amar es querer el bien del ser amado y trabajar por su bienestar con una acción generosa, totalmente gratuita, como gratuito es el amor que Dios nos tiene.

En ese camino de la caridad no hay lugar a equivocaciones  porque en el pobre encontramos a Jesucristo. Esto lo vivieron los Fundadores y lo tradujeron en  una acción caritativa bien organizada, en compañía de hombres y mujeres de su tiempo a quienes trasmitieron su carisma., con ellos  trabajaron en equipo. Esa palabra equipo no la encontramos en los escritos  de San Vicente, posiblemente no era una palabra del siglo XVII, pero San Vicente  la expresaba en otros términos cuando decía: “Trabajemos  juntos,  comunitariamente, como un solo cuerpo, etc. Aunque con actitudes diferentes, San Vicente y Santa Luisa  tuvieron una fidelidad creativa y audaz, apoyados siempre en la Providencia de Dios-. Durante 35 años trabajaron juntos animados por una doble pasión CRISTO EN LOS POBRES Y LOS POBRES EN CRISTO. Hubo entre ellos una amistad y una colaboración eficaz y por eso enriquecieron a la Iglesia  y al mundo  con el testimonio de una vida humilde y entregada a la caridad.

Tenemos que trabajar como ellos, con tenacidad, pero también con humildad. La humildad es una virtud evangélica  por medio de la cual reconocemos que, todo lo que tenemos o sabemos lo hemos recibido de Dios y que, por consiguiente, lo tenemos qué  compartir;  por eso, la persona humilde no es una persona pasiva  o egoísta, es una persona que sabe colaborar  con su esfuerzo y su trabajo, es creativa y dinámica.

Hay qué agudizar la mirada y extenderla, porque corremos el peligro  de vivir en medio de los pobres y no verlos. El ejemplo de San Vicente es elocuente, en sus primeros años vio a los pobres ciertamente, pero de allí no pasó porque su fe era todavía muy débil, pero cuando descubrió en ellos a Jesucristo, le dio un vuelco  total a su vida y  se convirtió en el apóstol de la caridad. A los pobres hay  que verlos y acogerlos con ojos nuevos, San Vicente vio a los pobres, no como un político o un estadista, sino con los ojos de un apóstol, de un verdadero hermano que sentía en su corazón el dolor de los pobres. Por eso decía: “Esos pobres que se multiplican cada día, y que no saben a dónde ir ni qué hacer, son mi peso y mi dolor” El problema de hoy no son los pobres, el problema  es la falta de ojos buenos que sepan ver con una mirada evangélica.

Hay un escritor francés  Michel  Quoist que ha hecho una oración que, en cierta forma  se identifica con el pensamiento de San Vicente  y con la ansiedad que lo acompañó en sus últimos días  al pensar que no había hecho bastante por los pobres. Es una oración que nos puede llevar a nosotros a una seria reflexión.   Dice así:

“Señor, me parece que al final de mi vida, Tu vas a hacer desfilar ante mis ojos, todos los rostros de mis hermanos  los pobres, especialmente los de mi ciudad, los de mi barrio , los de mi lugar de trabajo……A tu luz yo voy  leer en esos rostros : La boca que yo cerré, la distancia que yo creé, la mueca que yo esculpí, la lágrima que no enjugué,  la mirada que yo eclipsé,  la esperanza que yo apagué……..Entonces ..Tú me dirás: ES A MI A QUIEN  LO HABEIS HECHO.”

Pidamos a la Santísima Virgen, Madre de Cristo y Madre nuestra, que nos ayude a  agudizar la mirada, a sentir el dolor de nuestros hermanos, a  acercarnos a Jesús para que nos contagie de su amor por los pobres, que bendiga nuestros esfuerzos y que reciba las oraciones que hacemos cada día por nuestros hermanos que sufren, esa es un forma de servirlos.

Que el Señor  bendiga a cada una de las ramas de la Familia Vicentina y a cada miembro,  y  que, como Familia Vicentina, cada uno de nosotros nos  sintamos más comprometidos  con el Señor, a fin de que el carisma de San Vicente  sea  cada día más dinámico y efectivo en la Iglesia.   Que San Vicente los llene de su espíritu.

Sor Lilia Garcia Isaza

Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl

Provincia de Cali Colombia

El Escapulario de la Pasión.

E l siglo XIX marca una historia en la Compañía de las Hijas de la Caridad que, después de haber vivido los horrores de la revolución francesa, en la que tuvieron que dispersarse, fueron bendecidas por Dios con manifestaciones extraordinarias del cielo Uno de esos acontecimientos fue la revelación del Escapulario de la Pasión a Sor Apolina.

Luisa Apolina Andriveau, nació en Pourcain (Francia) el 7 de mayo de 1810; desde muy niña mostró una gran inclinación a la piedad y a la obediencia, como también mucha sensibilidad ante las necesidades de los pobres. En su hogar recibió una buena educación, aprendió varios idiomas, música y pintura; no había terminado sus estudios cuando murió su madre, entonces la llevaron interna al Convento de Santa Isabel, donde pasó 2 años.

¿Cuándo, y en qué forma recibió la llamada de Dios?  Es un secreto que ella nunca reveló.  Lo que sabemos es que entró en la Compañía de las Hijas de la Caridad, el 15 de octubre de 1833 a la edad de 23 años.

Al terminar su formación en el Seminario, fue enviada a Troyes a una Casa de caridad, allí trabajó por espacio de 38 años; primero la encargaron de la enseñanza y tuvo sobre sus alumnas una gran influencia sobre todo en su formación cristiana, luego a causa de su salud la cambiaron de oficio y le confiaron la Capilla y la visita domiciliaria.

El 26 de julio de 1846 recibió la primera manifestación del Señor; ella misma hizo el relato en estos términos: “ Yo estaba orando en la Capilla antes de la bendición con el Santísimo, y me pareció ver a Nuestro Señor vestido de larga túnica encarnada y con un manto azul, tenía en su mano derecha un escapulario rojo suspendido por una cinta del mismo color, sobre uno de los extremos se veía la figura de un Crucifijo y al pie, los instrumentos de la Pasión de Cristo, alrededor del Crucifijo había esta inscripción “Santa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo salvadnos”

En el otro extremo de la cinta estaban representados los dos corazones de Jesús y de María; el primero rodeado de espinas y el segundo atravesado por una espada. Entre los dos corazones una cruz y alrededor esta inscripción: “Sagrados corazones de Jesús y de María protegednos”.

Otro domingo por la tarde, yo estaba haciendo el Viacrucis y al orar la décima estación, me pareció que la Santísima Virgen ponía en mis manos el cuerpo Sagrado de Cristo y me decía: “El mundo se pierde, porque no piensa en la pasión de Cristo, haz cuanto puedas para salvarlo.” Yo creo dice Sor Apolina que la pasión de Cristo es el medio más eficaz para convertir a los pecadores y para reanimar la fe de los justos.

La aparición del Señor con el escapulario en la mano, se repitió varias veces, una de ellas fue el día de la Exaltación de la Santa Cruz en 1846, con la particularidad de que Sor Apolina oyó del Señor las siguientes palabras: “Los que lleven este escapulario recibirán todos los viernes, la remisión de sus pecados y un aumento de fe, de esperanza y de caridad.”

En 1847 Sor Apolina comunicó todo esto a su Director espiritual. Al mismo tiempo escribió al Padre Etienne Superior General de la Congregación de la Misión, para confiarle su secreto. Luego de mucha reflexión el Padre Etienne se decidió   viajar a Roma para comunicar al Santo Padre Pío IX estas revelaciones.  El 25 de junio el Papa, después de un cuidadoso estudio, dictó un Decreto aprobando el escapulario y dando facultades a los miembros de la Congregación de la Misión para bendecirlo propagarlo.

A su regreso de Roma el Padre Etienne comunicó a sus Misioneros y a las Hijas de la Caridad, los favores obtenidos de la Santa Sede y publicó un folleto con extractos de las cartas que Sor Apolina le había escrito y en las que cuenta esas apariciones; pero en el folleto no reveló el nombre de Sor Apolina, que permaneció en la sombra.

Rápidamente el escapulario se conoció y despertó admiración y entusiasmo en los fieles que empezaron a pedirlo. Sor Apolina se regocijaba de ver cumplido el deseo de Nuestro Señor, pero se cuidaba muy bien para mantenerse en la sombra y el silencio.

En mayo, después de un fecundo y largo apostolado en Troyes, recibió su cambio; con inmenso dolor dejó a los pobres, a sus compañeras y sobre todo a esa Capilla en donde había recibido tantas gracias.  Fue enviada a Caen en donde pasó otros 14 años irradiando paz y bondad. Allí en su nueva casa continuó recibiendo favores del cielo.

En el año 1887, ya con su salud muy quebrantada fue enviada a Montolieu, a una casa de Hermanas mayores.  Allí pasó el resto de su vida, una vida que se puede resumir en tres palabras:  Oración.  Sufrimiento. Edificación.  En mayo de 1894 la veían muy agotada y declinando, día a día. En los primeros días del mes de febrero de 1895 una Hermana le dijo: “Sor Apolina ya hemos comenzado el año y ya ve como la vida va pasando y sigue como antes; ella miró fijamente a la compañera y le contestó: “Este mes de febrero todavía no ha terminado, esté segura que nunca la olvidaré”.  Parecía que ya presentía su muerte.

El 23 de febrero de 1895 sin agonía, entregó plácidamente su alma al Señor, a la edad de 85 años

El Escapulario Rojo o de la Pasión, por medio del cual honramos el Corazón de Cristo, pero inseparablemente unido al Corazón de María, es un instrumento que nos lleva a pensar en esa sangre de Cristo con la cual nos rescató del pecado, a pensar también con frecuencia en los sufrimientos de su pasión, esa pasión que hoy continúa en un mundo pecador y también en el su frimiento de los pobres.

La Santa Sede le ha concedido varias indulgencias, entre ellas:

Indulgencia plenaria el día de la recepción. Indulgencia plenaria a la hora de la muerte. Indulgencias todos los viernes, con las condiciones requeridas confesión, comunión y meditación sobre los Misterios de la Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo.

Este regalo de cielo a una Hija de la Caridad y por tanto a la Compañía, se une al de la Medalla Milagrosa a Santa Catalina en el año 1830, y al del Escapulario verde   o de la Inmaculada, a Sor Apolina Andriveau en 1840.   Son regalos de Dios, que tenemos que agradecer, pero sin olvidar que implican una gran responsabilidad para nosotras, que tenemos que utilizarlos como medios que Dios pone en nuestras manos para el trabajo de evangelización en medio de los pobres.

Sor Lilia García

Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl

Provincia de Cali Colombia

Las Hijas de la Caridad llegaron a Colombia el 18 de Mayo de 1882

UNA HISTORIA DE AMOR QUE DEJA HUELLAS IMBORRABLES

Por Sor Lilia García Isaza
Nuestra Provincia de Cali es una porción de la Compañía de las Hijas de la Caridad; su historia, su desarrollo, su misión, todo lo que ocurre, es algo que debe interesarnos para solidarizarnos con ella poniendo a su servicio lo que somos y lo que tenemos. Todo acontecimiento de la Provincia es acontecimiento salvífico, que nos lleva a fortalecer los vínculos de unidad, a la vez que a mantener y fortalecer el espíritu. Los acontecimientos y las personas son luz en el camino y hablan de Dios y de su providencia, como nos lo recuerda San Vicente.
La historia de nuestra Provincia es larga y hermosa, muchas páginas se necesitarían para plasmar en ellas esa estela luminosa de caridad, escrita por centenares de Hermanas que han dejado huellas imborrables a lo largo y ancho de nuestra patria. Esa historia habla también elocuentemente de la actualidad del Carisma de San Vicente y de Santa Luisa.
El Papa Francisco, en la Carta Apostólica a los Consagrados, nos dice que es oportuno que cada familia carismática recuerde sus inicios y su desarrollo histórico, para dar gracias a Dios que ha dado a la Iglesia tantos dones que la embellecen y la preparan para toda buena obra. Nos recuerda también que la fantasía de la caridad no ha conocido límites, y ha sido capaz de abrir innumerables sendas para llevar el mensaje del Evangelio a las culturas y a los más diversos ámbitos de la sociedad.
Nada más placentero que presentar Una Historia de Amor que resulta fascinante y que nos lleva a exclamar con el salmista: “Qué grandes son tus obras, Señor”. La lectura de algunos hechos de la Provincia despertará en nosotras una profunda gratitud hacia Dios y nos llevará a un compromiso cada vez más radical con Él y con los pobres. Es urgente comprender mejor el Hoy de nuestra historia con toda su problemática, y buscar, con la audacia de los Fundadores, soluciones concretas y futuristas.

DESCUBRIENDO A SANTA LUISA DE MARILLAC.

DESCUBRIENDO A SANTA LUISA DE MARILLAC.

Por: Sor Lilia García Isaza
Hija de la Caridad
Provincia de Cali-Colombia

A Santa Luisa la podemos estudiar bajo muchas facetas diferentes, una de ellas es su rostro que no solo revela su personalidad, sino que nos trasmite su mensaje. Si miramos las estampas o imágenes que tenemos de ella, podemos darnos cuenta de la gravedad en su mirada y de una cierta “seriedad” que San Vicente le señalaba varias veces. Sin embargo hay una foto de Santa Luisa  en la que se la ve leyendo una carta, no se sabe si es de una de sus hijas o de San Vicente, lo cierto es que en ella, su cara está iluminada por una breve sonrisa.

Santa Luisa fue una mística unida a Jesucristo por el sufrimiento y la  pobreza.  Una mística  totalmente entregada a Dios y comprometida con los pobres, un alma apasionada  por el amor, dentro de una  constitución física  muy frágil. Desde sus  primeros años descubrió lo insólito de  su situación; interna en el convento de Poissy sin saber quién era su madre, sin recibir visitas frecuentes de su padre, sin que él jamás  le hablara de su madre, sin las alegrías de un hogar., todo esto se iba acentuando en su corazón y en su personalidad y con mucho más dolor  cuando comprendió que era hija natural.  En plena adolescencia a los 13 años murió su padre, se sintió entonces en una completa soledad.

Después de la muerte de su padre salió del convento a una modesta pensión, donde aprendió las labores domésticas y descubrió lo que es la pobreza. En medio de esa soledad nació en ella el deseo de consagrarse haciéndose Capuchina, se lo prometió a Dios pero no lo logró; no se sabe el motivo, quizá por su frágil salud o por su nacimiento ilegítimo, el Padre Honorato le dijo:”No hija mía Dios tiene otros designios sobre ti”. Este rechazo fue para ella una nueva oscuridad y sufrimiento., entró entonces en un período de búsqueda de la Voluntad de Dios, y fue en ese momento cuando sus parientes decidieron un matrimonio de conveniencia para ella.

Se casó en 1613 con Antonio Legrás secretario de la  Reina María de Médicis, tenía  en ese momento 22 años de edad. Al firmar el contrato vino para ella una nueva cruz, porque  en el acta de matrimonio leyeron los nombres del padre y de la madre de Antonio y en el de ella el de su padre y de una madre desconocida, además, sus parientes no quisieron hacerse pasar como parientes, sino como simples amigos de los contrayentes. Para ella fue una humillación pero la sufrió en silencio.

Dios bendijo el matrimonio con el nacimiento de su hijo Miguel. La alegría de la maternidad  disipó por un tiempo sus angustias, y vivió un tiempo muy feliz, Antonio era un hombre muy bueno  y un amor muy sincero nació entre los dos, así pasaron unos años, pero pronto llegaron nuevos nubarrones, Luisa veía con horror que la salud de su esposo se iba deteriorando hasta que cayó en una grave enfermedad. Antonio  y como ella tenía la tendencia a culpabilizarse, pensó que Dios la castigaba por no haber cumplido su promesa de hacerse capuchina. Entró en una verdadera noche oscura, con toda clase de dudas, pero Dios vino en su auxilio, el 4 de junio en la fiesta de Pentecostés de 1623 el  Espíritu Santo irrumpió en su alma, le disipó todas sus dudas y la llenó de paz y de serenidad. El relato de esta gracia que tuvo repercusiones en el resto de su vida, se conserva en los archivos de la Casa Madre. Este acontecimiento la alumbrará toda su vida  y se convertirá en una profunda devoción al  Espíritu Santo.

Dos años después murió su esposo y quedó ella viuda con un hijo de 12 años. Se puso bajo la dirección de San Vicente, hizo para ella un reglamento de vida muy severo cargado de devociones, de mortificaciones y de trabajo, y día tras día fue descubriendo la realidad de la pobreza; San Vicente la guiaba respetando su espiritualidad, con mucha  prudencia y delicadeza le daba consejos y avisos que  le permitían  ir disipando sus inquietudes  y moderando sus impaciencias, le ayudaba a  simplificar su vida y sus devociones;  bajo esa dirección fue  haciendo un trabajo de verdadera transformación. En noviembre de 1629, San Vicente viéndola ya pacificada y deseosa de darse, la envió  como Visitadora de las Cofradías de la Caridad donde empezaban a presentarse problemas, porque había descubierto en ella grandes dones de organización y de administración unidos  una gran prudencia.

Pero Luisa no olvidaba la iluminación de Pentecostés en donde Dios le permitió percibir la Compañía. A medida que se iba descentralizando de ella misma se iba afirmando en ella su futura vocación, empezó entonces a pensar que era con las jóvenes que vinieron después de Margarita Naseau y que servían  en las Cofradías, con las que se iba a realiza. Sin embargo la espera fue larga, hablaba de ello a San Vicente pero encontraba  siempre  oposición, el no estaba seguro de que esa era la Voluntad de Dios y no se precipitaba. Ante estas negativas Luisa se refugiaba en la oración pidiendo a Dios que manifestara su Voluntad. Por fin el 29 noviembre de 1633  San Vicente accedió  a sus  deseos y entonces Luis recibió en su casa a 5 jóvenes, para iniciar esa aventura de una vida consagrada a Dios en medio del mundo, sirviendo  a los pobres,  tenía  en ese momento 42 años.

Ya Santa Luisa había encontrado su vocación definitiva, estaba  feliz, ya nada la detenía, las experiencias anteriores se fueron  desvaneciendo y empezó una nueva vida; desde ese momento pertenecía a dos clases sociales, la suya y la de esas jóvenes campesinas. Podemos imaginarnos los esfuerzos que tuvo qué hacer para adaptarse a ellas y compartir su vida; se desprendió cada vez más  de ella misma  y el trabajo se multiplicó a medida que la Compañía iba creciendo en miembros y en obras. Su obra magistral fue la formación de centenares de Jóvenes que iban llegando y de las que hizo las auténticas siervas de Cristo en los pobres.

Con una perseverante tenacidad  Luisa fue llevando a las Hermanas  a caminar por sendas  nuevas  para responder a las necesidades de los pobres  de su tiempo. Afirmaba  con vigor que  la finalidad  del amor se expresa en el respeto  de todo hombre  en particular de los pobres y los pequeños. Con San Vicente suscitó en la Iglesia  un movimiento de fe y  de dinamismo en la caridad.

Pero a pesar de ese ritmo de trabajo había  algo que persistía  en ella y que  era  peculiar de su carácter, la tendencia a la inseguridad tanto en el plano personal como en lo comunitario. Sentía  la necesidad de apoyo y por eso acudía continuamente a San Vicente, en  una carta le dice:” Reconozco que no podré  hacer las cosas mejor sin la ayuda de su Caridad  de quien soy su pobre y agradecida servidora.” Cuando San Vicente se ausentaba ella se inquietaba, hay una carta de su tío Miguel en la que le dice: “Creo que se apega demasiado a su Director, he aquí que el Señor VIcente se ausenta  y ya tenemos a la Señorita Legras fuera de sí, ponga su confianza en Dios.”. Movida por un impulso de fe viajó a Chartres a confiar a la Santísima Virgen la naciente Compañía  y le pidió a Dios que la destruyera si se iba  a fundar contra su Voluntad. Esta actitud nos muestra  que se sentía desprovista y pobre, esa pobreza que había experimentado siempre y más ahora ante la tarea de la formación de las Hermanas.

A partir del año 1643 vivió años duros y difíciles  que solo los pudo superar acudiendo a Dios  y con la ayuda de San Vicente. Luisa nunca pensó que ese hijo que Dios le había dado, le fuera a causar tantas preocupaciones; ella se empeñaba en que fuera Sacerdote, pero Miguel se resistió, dio por terminados sus estudios de teología y se entregó a una vida de ocio y de relajación. Por fin, después de muchos errores y vacilaciones y con la ayuda de San Vicente encontró un buen trabajo, reaccionó favorablemente y contrajo matrimonio a los 37 años. Pero las dificultades venían también de las Hermanas, unas porque  faltaban a la caridad y unión entre ellas, otras por conflictos con los capellanes y los administradores, otras porque se retiraban etc. Cuando una Hermana se retiraba Luisa sufría mucho, había que tomar muchas precauciones  para darle la noticia.

Sin embargo a pesar de todos estos temores e inquietudes  su inteligencia y  su voluntad permanecían siempre abiertas, mirando el futuro de la Compañía de la que tenía  una concepción muy realista y a la que quería  darle bases sólidas, eso la llevaba  a ver la necesidad de que se reconociera oficialmente la autoridad de San Vicente sobre la Compañía;  si quería  sustraer a sus hijas de la dependencia de los Obispos, era para asegurar la fidelidad  al carisma y el servicio a los pobres.  El 8 de agosto  de 1655 con la presencia de las Hermanas de París y de sus alrededores se llevó a cabo el Acta del establecimiento de la Compañía, en ese momento San Vicente la nombró Superiora perpetua, pese a sus súplicas para que la reemplazara San Vicente no lo creyó oportuno.

Sus escritos y cartas son numerosos, en ellos se ve la riqueza de su espiritualidad, sus experiencias místicas y su pedagogía.  Entre sus cartas hay unas 700 que se han conservado, de ellas 200 son para San Vicente y  unas 300 para sus hijas. Su escritura es diferente,  cuando se dirige a las Hermanas  emplea un lenguaje sencillo a  partir de lo que están viviendo, cuando escribe a San Vicente le abre todo su corazón y le expresa sus más íntimos pensamientos, cuando escribe a otras personas se puede ver la profundidad de su espíritu, su formación y sus conocimientos teológicos.

Ella había franqueado ya varias etapas, había madurado considerablemente y había adquirido una virtud muy sólida. En  uno de sus escritos dice: “He renovado la resolución tantas veces  formulada,  de no preocuparme por lo que  pueda pasar, con tal que Dios  sea servido y amado.” A partir de ese momento en sus cartas ya casi no hablaba  de ella  sino de sus hijas,  de las obras y de los pobres. El amor que ardía en su corazón lo manifestaba de manera especial a sus hijas, tuvo siempre para ellas un corazón de madre, por eso quería ver que florecieran en ellas todas las  virtudes.

Luisa de Marillac era una mujer contemplativa pero no llevaba vida contemplativa, por el contrario estaba entregada a los pobres con una vida repleta de acciones, de viajes, de correspondencia, de reuniones, etc. Pero el tiempo pasaba y ella iba avanzando en edad, El porvenir de la Compañía era su preocupación, después de tantos años no la veía totalmente afianzada en su espiritualidad, y le preocupaba sobre todo que  no tuviera un Estatuto jurídico que le diera validez. Además le preocupaba también su sucesora. Esa preocupación pasó también  por la enfermedad del Señor Vicente que ya no podía moverse de su habitación. La privación de sus visitas la atormentaba pero las ofrecía a Dios aceptando sus eternos designios.

La misión que Dios le había encomendado estaba cumplida, ella ya no era necesaria, Dios continuaría su obra, el esposo la llamaba y ella deseaba ardiente encontrarse con El.  El 4 de febrero de 1660 cayó gravemente enferma, el 14 tuvo la noticia de la muerte del Padre Antonio Portail, con el que había trabajado intensamente en bien de la Compañía ; en su último momento tuvo el gran sacrificio de verse privada de la bendición de San Vicente, se tuvo que contentar con el mensaje que le envió con uno de sus cohermanos  en el que le decía:” Señorita Usted parte la primera, si Dios me perdona mis pecados iré muy pronto a reunirme con Usted en el cielo”. Dios le había pedido todo y ella lo había dado todo.

Unos meses después San Vicente se reunió con ella en el cielo, allí continuaron esa amistad santa que los unió durante su vida. En esa mañana del 15 de marzo  de 1660 cuando la muerte vino a buscarla el Párroco de San Lorenzo al salir de su habitación exclamó emocionado: “Qué hermosa alma, se ha llevado a la tumba la inocencia bautismal.” Entre  el 12 de agosto  de 1591 y el 15 de marzo de 1660 día de su muerte habían transcurrido  69  años, de los cuales 32 había consagrado enteramente a la construcción de la Compañía y  al servicio de los pobres.

Su testamento espiritual nos deja la profundidad de su último mensaje .Recordémoslo: “Mis queridas Hermanas, sigo pidiendo a Dios  la bendición para  vosotras y le pido que os conceda la gracia de perseverar en vuestra vocación  para servirle de la manera que El quiere de vosotras  Tened mucho cuidado del servicio  a los pobres  y sobre todo de vivir unidas en una grande unión y cordialidad  amándoos las unas a las otras  para imitar la unión  de la vida de Nuestro Señor . Pedid a la Santísima Virgen  que sea Ella vuestra   UNICA MADRE.

Cuando en el año  1954 se colocó la estatua de Santa Luisa en la Basílica de San Pedro en Roma, el Arcipreste dijo: “ Hoy la Basílica y con ella el mundo entero se estremece de júbilo  al verla en este altar, su caridad se extiende hasta los confines del mundo , por eso hacemos la promesa de permanecer fieles  y de conservar no solo  el tesoro de esta estatua, sino el otro que es más precioso, el de  su memoria y el recuerdo de su vida, sus obra y sus virtudes.”

Hemos visto  en tres etapas  la vida de Santa Luisa;  a cada una de ellas le podíamos poner  lo que la caracterizó. En la 1ª,  adhesión a la cruz de Cristo, humildad  y experiencia de Dios. En la 2ª. Pobreza, servicio a los pobres,  celo por la salvación de las almas e inquietud por la Compañía.  En la 3ª.  Adhesión total a la Voluntad de Dios, transparencia de vida, desprendimiento total y anonadamiento. Santa Luisa nos invita  unir el pasado con el presente, el ayer con el hoy, para  saber que  es lo que Dios espera de nosotras, a ello nos invita cuando nos dice que nada nos debe detener cuando se trata de la gloria de Dios y del bien de los pobres.

Es incontestable que Luisa de Marillac, esa mujer excepcional del siglo XVII  tiene el poder de movernos a revisar nuestra escala de valores, nuestra vocación y nuestros servicios.  Su rostro debe estar presente en nuestra vida, no lo podemos olvidar, lo tenemos que contemplar con frecuencia para aprender de ella a amar y servir.  La  Madre Rogé dijo en una de sus alocuciones: “La Compañía de las Hijas de la Caridad gozará de buena salud mientras  mantenga ante sus ojos las enseñanzas de los Fundadores para  ajustar a ellas su conducta.”  Es cierto que nos queda mucho por hacer, pero tenemos qué seguir caminando con la ilusión de abrirnos cada vez más a los pobres con audacia y creatividad.

 

Reunión Comité Provincial de JMV

El pasado 15 de febrero se dieron cita en Villa Maria Caldas los miembros del comité Provincial JMV con el objetivo de planear las actividades del año 2.020.

Contaron con la presencia de  Sor Maria. Doris Angel Consejera Provincial  de la Linea de Espiritualidad y Carisma y el Padre Edison León asesor Nacional de JMV.

No nos dejemos robar la paz…

Tanto la PAZ interior como la PAZ social y política de las naciones es muy frágil, se hiere y pierde fácilmente. La Paz interior tiene enemigos internos y externos. Perdemos la paz, interior cuando nos dejamos llevar de dudas infundadas, susceptibilidades a flor de piel, insignificantes e invisibles para los demás, pero grandes e insoportables para nuestro
yo íntimo. (¿MI EGO?), cuando perdemos el dominio de nuestros propios impulsos y nos exasperamos, unas veces por todo y otra por nada, así muchas pequeñeces que no tienen trascendencia. En la mayoría de los casos, depende de nosotros mismos. Recordemos lo que nos dice el Papa Francisco:” no nos dejemos robar la paz”. Los factores externos como la violencia, los malos entendidos, las discusiones, los comentarios calumniosos, hasta donde nos sea posible, disculpar, cubrir con el manto de la Caridad, no dejarnos llevar del sentimiento. Buscar el diálogo. etc. Podemos alimentar nuestra paz interior orando y meditando la bendición que el mismo Dios recomendó a Moisés:” Yahveh dijo también a Moisés: Di a Aarón y a sus hijos: Así bendecirán a los hijos de Israel. Dirán: YAHVEH TE BENDIGA Y TE GUARDE, YAHVEH HAGA RESPLANDECER SU ROSTRO SOBRE TI Y TE MIRE CON BUENOS OJOS. YAHVEH VUELVA HACIA TI SU ROSTRO Y TE DE LA PAZ. ES ASÍ COMO ELLOS PONDRÁN MI NOMBRE SOBRE LOS HIJOS DE ISRAEL, Y YO LOS BENDECIRÉ”. Números, 6, 22-27. No olvidemos dar buen ejemplo a nuestros pequeños; hijos, hermanos, sobrinos, parientes y vecinos. Ayudémosles a crecer en PAZ.

Bendiciones.
Sor Ma. Isabel M.S.

Encuentro de Colaboradores 2019

En Caicedonia Valle del Cauca Colombia se realizó el encuentro de Colaboradores de las Hijas de la Caridad;  contando con la participación de 71 colaboradores, 6 Hijas de la Caridad y el Padre Carlos Arley, provenientes de: Casa Provincial, Gaviotas, Palmira La Misión, El Hogar Corporación Mujer Familia, Popayán, Caloto, Jamundí, El Cerrito, Buga, Trujillo, Sevilla, Neira, Medellín La Milagrosa, Pueblo Rico, Santa Rosa De Cabal, Cartago Santa María, Casa Del Pobre, Supia, Génova, Caicedonia y Armenia.

Se enmarco la reflexión bajo el lema: ” Somos sal de la tierra y luz del mundo”. Un encuentro bajo la mirada de Dios. Iluminada por la Palabra de Jesús que es camino, verdad y vida. Los asistentes se han caracterizado por su capacidad de reflexión, oración y compromiso, logrando así el objetivo del encuentro: “Relaciones Sanas, Ambientes Sanos”, siendo conscientes y acogedores del mensaje de Jesús: “Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”

También El Padre Carlos Arley Cardona, Director Provincial de las Hijas de la Caridad desde sus intervenciones ha hecho gustar el llamado de Jesús y la urgencia de un cambio que supere la debilidad y haga vencer el mal a fuerza del bien.

En los Trabajos se han resaltado varios slogans como: ” empiezo por mi ”     “Amor a mí mismo. Amor al prójimo. Y amor a Dios” “por encima de las circunstancias, brindar paz, armonía y plenitud… metas para cumplir”.

Somos Don De Dios….

Centro Internacional de Estudios Vicentinos América Latina y el Caribe 2019.

 

Centro Internacional de Estudios Vicentinos América Latina y el Caribe

2019.

 “A vino nuevo, odres nuevos”

Del 15 de agosto al 9 de septiembre de 2019, en Santa Rosa de Cabal, Provincia de Cali, nos reunimos veinte y ocho (28) seminaristas de los dos seminarios de América Latina y el Caribe que junto a quince (15) formadoras de las etapas de postulantado y seminarios nos disponíamos a la experiencia de ensanchar el corazón a la universalidad y a la interculturalidad. Estuvimos presentes de México, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Santo Domingo, Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Perú y Colombia.

Ha sido hermoso el modo en que vamos enriqueciéndonos con la diversidad de pensamientos y a la vez forjando criterios cada vez más comunes apuntando hacia lo fundamental de la experiencia carismática.

LA FORMACIÓN PARA LA RESIGNIFICACIÓN DEL RELATO DE LA COMPAÑÍA  fue el título del programa e iluminadas por Marcos 2, 22: “Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierde el vino y también los odres; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos”, desarrollamos estos días de gracia que el Señor nos proporcionó.

Nuestro Objetivo era propiciar una experiencia conjunta de los seminarios de la América Latina y el Caribe y de las responsables de la etapa del postulantado para:

  1. trazar las rutas de lo fundamental en el proceso formativo,
  2. definir la manera propia del discernimiento vicentino en la lectura permanente de la vida, y
  3. delinear los caminos de la resignificación del carisma,

Abrazando los desafíos y los horizontes de novedad, sobre todo de la interculturalidad y la inter-generacionalidad, de la nueva Compañía en camino con la familia vicentina.

Organizamos y planeamos este CIEVI con base al documento del Padre José Cristo Rey García Paredes, CMF sobre “IMAGINAR, SOÑAR Y PLASMAR UN NUEVO RELATO: LA VIDA CONSAGRADA SEGÚN EL PAPA FRANCISCO”

  1. El Relato Místico de la Compañía: Facilitador: Padre Jorge Cela. SJ (Cuba)

Hebreos 12, 1-2  Puestos los ojos en Jesús “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” Hijas de la Caridad  guiadas e iluminadas por el Espíritu. Un Espíritu que continuamente redefine su humanidad conduciéndolas hasta la verdad de sí mismas y de la historia.  Hijas de la Caridad descentradas de sí mismas y centradas en Jesús y el Reino en la perspectiva de lo definitivo. Con capacidad de adorar y orar.

Temáticas:

  1. La Purificación de las Imágenes de Dios y la vuelta sin atenuantes a Jesús y el Reino para reencontrar el Dios de la Historia de Salvación en la Palabra: escritura y vida. Reino-centralizar el seguimiento de Jesús.
  2. Opción radical de Jesús en el seguimiento vicentino (C. 7 y 8): La exclusividad en la Hija de la Caridad: la regla de la Compañía es Cristo: opción fundamental, lugar proverbial, vivirse desde un absoluto.
  3. Claves del discernimiento vicentino de la vocación y de la vida en general: estudio de evangelio y lectura de la vida. (técnicas para la espiritualidad del discernimiento en la vida y desde la vida).
  4. El relato profético. Facilitador: Padre Guillermo Campuzano CM (New York)    Despertad al mundo!, dimensión profética del carisma y de los consejos evangélicos, la irradiación profética -alegría, esperanza, vigilia, cercanía-proximidad, en permanente estado de misión en periferia, en salida; la conquista de la profecía en la conquista de la conducta ética.

Temáticas:

  1. Profecía y Conducta Ética. La HdlC una mujer Integra, Integrada e Integradora.
  2. Abusos: De Poder, afectivo, sexual, psicológico
  3. Autonomía y libertad

El relato de comunión. Facilitador Padre Diego Luis Vásquez CM (Colombia)

La misericordia, la reconciliación permanente, la resolución del conflicto desde la vida impregnada de evangelio, la unidad y no la uniformidad, la fraternidad extendida, la ética del cuidado común.

Temáticas:

  1. Construir comunidad, construir comunión… Ponerse de acuerdo en lo fundamental en una Compañía intercultural, interracial, internacional, inter-generacional. Los lugares fundamentales de encuentro.
  2. Conflicto y comunión. Resolución del conflicto. La comunidad una escuela de perdón y de reconciliación.
  3. Espiritualidad de la comunidad y de la comunión.

 

  1. Identidad: Virtudes y ser de siervas. Facilitadora: Sor Iliana Suaréz. HdlC Consejera General (Paris)

La propuesta intentó hacer énfasis en algunos temas que son esenciales al proyecto formativo.

Terminamos nuestra experiencia de formación y fraternidad con el deseo profundo de ser vasijas nuevas que acogen el vino nuevo del Evangelio.

Equipo Coordinador CIEVI

 

EUCARISTIA SANTOS VOTOS SOR LAURA DANIELA GOMEZ JULIO 18 DE 2019

Hoy es un día de gozo para la Compañía de las Hijas de la Caridad, porque recordamos la primera aparición de la Virgen María a Santa Catalina Labouré, un día como hoy en horas de la noche la Madre del cielo le recordó el profundo amor que tiene a la Compañía, la necesidad de venir frecuentemente ante el altar para encontrarnos con su Hijo, la certeza de su presencia a nuestro lado en medio de los avatares de la vida. En el marco de esta celebración acompañamos a Sor Laura Daniela quien ratificará su entrega al Señor por medio de los Santos Votos, teniendo como intercesora fiel y solícita a nuestra Madre María.

Será el mismo ángel quien la conduce al encuentro con ella y con su Hijo Jesús

Virgen María: Tienes una gran santa en el cielo que vivió los votos a cabalidad. Santa Catalina practicó perfectamente la virtud de la pobreza interior y exteriormente, era un alma completamente desprendida de sí misma y de las cosas de aquí abajo, estaba libre de todo lo del mundo y llena de Dios; Sor Laura, hoy eliges ratificar tu entrega a Dios a través del voto de pobreza, que Santa Catalina te ayude a vivirla de verdad.

Santa Catalina fue siempre una persona sencilla y recta, llevaba impreso en la mirada algo del cielo, por su pureza es que ha recibido los favores del cielo;  Sor Laura, hoy decides ratificar tu entrega a Dios a través del voto de castidad, pídele a Santa Catalina que te haga pura y casta sólo para mi Hijo Jesús.

Santa Catalina veía a mi Hijo amado en la persona de los Superiores y les obedecía con tanta prontitud como sencillez.  A pesar de la vivacidad y la energía de su voluntad se doblegaba siempre sin titubear ni replicar, no discutiendo jamás una orden que hubiera recibido; Sor Laura, hoy quieres ratificar tu entrega a Dios a través del voto de obediencia, suplícale a Santa Catalina que te ayude a ser dócil y obediente a la Voluntad de mi Hijo.

Santa Catalina tuvo poco roce con los ricos, dado que los empleos siempre ocultos que desempeñó, la mantuvieron alejada de ellos.  No obstante, cuando estuvo encargada de la portería, supo en muchas ocasiones interesar a las señoras que venían al Hospicio, en favor de los pobres que acudían en demanda de socorro; pero Santa Catalina se destaca sobre todo porque pasó casi toda su vida de comunidad al cuidado de los ancianos, allí es donde había que contemplarla, en ella resplandecía la inteligencia de su caridad en el modo con que solía servirlos. Sor Laura hoy ratificas tu entrega a Dios a través de los Santos Votos con la única finalidad de servirle en la persona de los pobres, hoy tienes la oportunidad de servir como Santa Catalina en un hogar de adultos mayores, hazlo con todo tu amor y bondad, a ejemplo de ella, la santa del silencio.

Tus padres quieren darte la bendición.

Ahora, sube al altar, ve a los pies de mi Hijo, Él te dará la fuerza y sabiduría para vivir con radicalidad tu vocación.

Dispongámonos con gozo para celebrar esta Eucaristía

 

MISEVI Colombia

Misevi-Colombia

 La asociación de “Misioneros Seglares Vicentinos” (MISEVI) está constituida canónicamente como Asociación de Fieles, con personería jurídica autónoma y plena pudiendo, en consecuencia, poseer, administrar y disponer de toda clase de bienes y derechos, obligarse en todos los ámbitos y ejercitar las acciones pertinentes en defensa de sus intereses ante toda clase de personas, autoridades y jurisdicciones.

MISEVI-COLOMBIA, se crea para fomentar, y apoyar. facilitar y coordinar la presencia y el trabajo misionero de los laicos vicentinos del país en las misiones “Ad gentes” encomendadas a la Familia Vicentinas o animadas por ellas.

 Los fines de la asociación son:

 Ofrecer un respaldo humano, moral, espiritual, formativo, económico a las misiones vinculadas a la Familia Vicentina mediante el envío de laicos y de recursos materiales.

Ser un cauce de comunión y de intercambio de experiencias entre los laicos misioneros que forman parte de la Asociación.

Potenciar la vida espiritual en grupo y el compartir comunitario de los seglares que están en misiones “de agentes”.

 Facilitar la pertenencia y la presencia de los laicos Vicentinos que trabajan en las misiones dentro de las estructuras de coordinación de las asociaciones vicentinas, según las normas propias.

Apoyar la comunicación de los laicos misioneros con las comunidades de origen que los han enviado.

 Acoger a los misioneros que regresan de su labor “ad gentes” brindándoles apoyo humano, formativo, espiritual y económico, según las posibilidades de la asociación a la que pertenecen; de acuerdo con lo estipulado en los estatutos nacionales  y a la organización local y nacional.

Ser un espacio de acogida, para todos los laicos,  que llamados por Dios al servicio misionero de la Iglesia, puedan aprender, desarrollar y fortalecer su vocación misionera.

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