AMM Asociación de la Medalla Milagrosa

Se inspira y nace bajo el influjo de las apariciones de la Virgen María a Santa Catalina Labouré  en 1830, en París Francia en la Capilla de las Hijas de la Caridad de la Calle del Bac 14.

ORIGEN INTERNACIONAL DE LA AMM

La Asociación de la Medalla Milagrosa es un breve y perenne memorial de las apariciones de la Inmaculada Virgen María en 1830. En esta aparición,  la Virgen mostró un modelo de la Medalla, que al ser acuñada se extendió rápidamente en muchos países. Fue el pueblo mismo quien la llamo “Milagrosa”  debido a los innumerables milagros que Dios concedía por medio de ella.

La Asociación nació para transmitir el mensaje de la Medalla, como una catequesis de la historia de Salvación, ofrecida por la misma Virgen María.

HIMNO A NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA

La llevo en mi pecho
porque prometiste
al que la portara
una gran bendición.
Tu santa medalla
me acompaña siempre,
a Ti buena Madre
me entrego hoy.

Los rayos son tus gracias, Milagrosa
que a todos tú derramas, Milagrosa,
y brotan de tus manos, Milagrosa,
acogen a tus hijos, Milagrosa.

El pueblo confiado a ti clamó
tu gracia divina
y tu bendición.
Las doce estrellas,
los dos corazones,
la cruz y la M
son la redención.

Los rayos son tus gracias, Milagrosa
que a todos tú derramas, Milagrosa,
y brotan de tus manos, Milagrosa,
acogen a tus hijos, Milagrosa.

Oh María concebida sin pecado,
ruega por nosotros que acudimos a ti.

Juntos dejando Huellas de Amor

El Carisma Vicentino grande y hermoso legado  recibido de San Vicente de Paul, invita y urge a continuar reconociendo a Nuestro Señor en los hermanos más necesitados de afecto, misericordia, amor, solidaridad, promoción humana y espiritual en este tiempo donde se respira frialdad y poco humanismo. El fue en su época pionero en saber descubrir la realidad de los pobres y actuar movido por el amor en favor de ellos, ofreciéndoles un servicio generoso acompañado de ternura, respeto y devoción.

Fue a través de la apertura a la gracia  y el fruto de la oración y contemplación  que pudo descubrir el rostro sufriente en las personas más vulnerables de la sociedad y actuó en favor de ellos, haciéndose ayudar de los laicos.

Es hermoso  constatar como hoy después de 400 años de haber sido fundadas las Damas de la Caridad y 383 la Compañía de las Hijas de la Caridad, aun persista el carisma con tanta fuerza y solidez, y es asombroso como se ha extendido a lo largo y ancho del planeta. Se está por lo tanto evidenciando el propósito  del carisma, el servicio a los hermanos  más necesitados, mediante la promoción a través de un trabajo generoso,  desinteresado y hecho con amor, pues se es consciente que se le brinda al mismo Señor Jesucristo, logrando con ello fortalecer la esperanza y la fe.

Es importante detenernos un poco y reflexionar acerca de lo siguiente ¿Sería posible la extensión de un carisma que nació en Francia y ahora está vivo en todo el mundo, solo con el servicio y entrega   de las  Hijas de la Caridad?; la respuesta más lógica es pensar que no,  es por eso que es de vital importancia hacer referencia a que las hermanas  no lo guardan para ellas, sino que a medida que corre el tiempo lo van comunicando y contagiando a laicos que viven  sus compromisos de bautizados. Es así como se ha dado la extensión del Carisma, mediante el frondoso y fértil árbol lleno de ramas que cobija a miles de personas y son vistos y atendidos con amor y bondad como Hijos de Dios, es la familia vicentina conformada por miles de miembros que expandidos por todo el mundo se atreven a amar y trabajar  incansablemente por la promoción humana y cristiana de tantos hermanos y hermanas  que aislados de la sociedad deambulan por las calles buscando un remedio y consuelo para sus necesidades.

Llena de emoción poder  descubrir la apropiación del carisma y la proyección que se hace de él, en  los diferentes campos de apostolado.

Los miembros de la Familia Vicentina, ponen sus ojos  en el Señor  quien pasó por el mundo haciendo el bien y dando a conocer el amor de Dios a través del servicio al más necesitado, en compañía de  sus apóstoles, hombres humildes y sencillos que se embarcaron con él, marcando  huellas, y  que en el siglo VXII seguiría San Vicente de Paul y con el cada una de las personas miembros de grupos o benefactores que incansablemente trabajan por los pobres y siguen dejando el testimonio del bien a través de la historia.

Es un deber reconocer, valorar y agradecer la presencia de cada miembro que hace parte de los diferentes  grupos y fortalecerlos  con el testimonio y coherencia de vida.

“Un trabajo valorado y en equipo dignifica a la persona, garantizando frutos de amor, solidaridad y paz a las nuevas generaciones.”

Por: Sor Hilda Nora Bedoya, Hija de la Caridad

BehanceBehance