SOR LINDALVA JUSTA DE OLIVEIRA.


Nació en Río Grande  (Brasil)  el 20 de octubre de 1953,  en una familia de 13 hijos de los cuales ella era la 6ª. De su madre aprendió a servir y amar a los pobres y especialmente a los niños,  se preocupaba por los enfermos y los visitaba llevándoles alguna golosina. Desde muy temprana edad sintió  el llamamiento de Dios  a la vida consagrada, pero no  lo pudo realizar sino más tarde, porque tuvo que ocuparse de  acompañar a su padre viudo y enfermo.
Cuando  ya estuvo disponible para darse a Dios escribió  pidiendo la admisión en la Compañía de las Hijas de la Caridad de la Provincia de Recife; en la carta decía: “ Tengo 33 años , pertenezco a  una  familia pobre, sencilla y honrada , he sentido el llamamiento de Dios desde hace  mucho tiempo ,pero solo ahora estoy  libre de todo compromiso, tengo buena salud y fuerzas para trabajar “ Entró a la Comunidad el 16 de julio de 1986.  Una vez terminado su tiempo de formación fue enviada l Albergue  San  Pedro,  que  era una residencia de ancianos en el Salvador, donde había 40 hombres.
Enérgica, alegre y olvidada de sí,  compartía su fe con niños y jóvenes y era un verdadero apoyo para sus compañeras.  Se le confió un pabellón de ancianos y se entregó con amor a su tarea, los amaba a todos y veía en cada anciano al mismo Dios, por eso los trataba con sumo respeto y delicadeza.  Era profundamente piadosa y sobrenatural, con convicción decía: “Meditar  y asimilar la palabra de Dios  es necesario en estos tiempos en los que la proximidad con el mundo y con los pobres, nos puede enfrentar a situaciones difíciles.”Entre  los 40 hombres  del Albergue  había uno  llamado Augusto  de Silva, un hombre de 46 años  violento, apasionado e irascible  que, en realidad no debía estar allí, pero que logró  que lo recibieran  por  algunas recomendaciones. Se enamoró de Sor  Lindalva y así empezó para ella una lucha y un verdadero calvario; por eso no es extraño que en sus escritos  se encontraran frases como éstas: “Llegaremos a conocer si amamos verdaderamente a Dios,  si aceptamos con valentía la Cruz”. Estas palabras  muestran ya la lucha que estaba viviendo.
El 9 de abril  de 1993 que era un viernes Santo, Sor Lindalva asistió con sus compañeras de comunidad al Viacrucis de la Parroquia. No podemos dudar que ese viacrucis fue para ella la ocasión de meditar  sobre la pasión, muerte y resurrección de Cristo  a quien ella amaba y había consagrado su vida; sus pensamientos y sentimientos se orientaban  hacia la trayectoria de la vida pasión y muerte de Nuestro Señor, a quien había consagrado su vida.; se  preparaba con ese viacrucis  sin darse cuenta  al holocausto  supremo  de su unión profunda con su pasión y muerte.   En uno de sus escritos dice: “Cada  día de nuestra vida debe ser  un día de acción de  gracias  por el gozo de haber sido llamadas por Dios para servirle en los pobres. Quien sigue a Jesucristo, recibe  la fuerza para imitarlo y llevar su Cruz; yo quiero  irradiar esa felicidad sirviendo y haciendo el bien.”
Terminado el  viacrucis  Sor Lindalba regresó al albergue , se puso su delantal de sierva y empezó a preparar lo necesario para el desayuno de los ancianos; subía la escalera llevando una bandeja, cuando sintió que alguien la tocaba en  el hombro, al volverse a mirar ,solo pudo ver  su agresor que  le propinó una cuchillada violenta  en el cuello,  cayó  y el asesino sació su ira y su venganza  apuñalándola por todo el cuerpo; no pudo soportar que ella rehusara sus perversas  insinuaciones. Su cuerpo  quedó  despedazado, sin embargo era puro como el  día de su Bautismo, con su sangre había sellado su compromiso de ser toda de Dios.
El asesino fue detenido por la policía y llevado a la cárcel ante la consternación de las Hermanas y de todo el personal. Las Hermanas  de Recife guardan como preciosa  reliquia su hábito ensangrentado y el  cuchillo que sirvió para su martirio. Esas reliquias hablan de lo que fue esta Hermana, de su ejemplo y sus virtudes.  San Vicente hablando a las Hermanas les decía: “Piensen en las Hermanas que ya han pasado a la eternidad,  piensen como eran, qué hacía, con qué espíritu lo hacían y esfuércense por imitarlas.”
La Beatificación de Sor Lindalva empezó ante el clamor del pueblo  que continuamente lo pedía  impresionados por su fe, por esa joven Hija de la Caridad que habían conocido y que servía con tanto amor a los pobres, por su fe y su martirio.   El 17 de enero del año 2000, el Arzobispo  de Salvador, después de recibir la autorización del Tribunal Eclesiástico, nombró una Comisión especial, compuesta por varios expertos, para qué hicieran  una cuidadosa investigación  sobre la vida y las virtudes de Sor Lindalva ,para  que recogieran las pruebas y escucharan a los numerosos testigos de su martirio.
 El Tribunal recogió todas las pruebas  y escuchó a numerosos testimonio; después de este trabajo  3 de marzo  del año siguiente  en la Catedral del Salvador  el tribunal presentó el resultado de su trabajo, fue firmado  por el Cardenal  y llevado a Roma por el Procurador  Fray Paolo Lombardi.  Un grupo de teólogos y expertos  lo revisaron detenidamente todas las actas del proceso y llegaron a la conclusión  de que Sor Lindalva  era  en verdad  mártir de la fe y de la castidad.
Sor Lindalva  fue Beatificada  el 2 de  diciembre  del año 2007 en Salvador  con una impresionante ceremonia en el Estadio , a donde acudieron unas 50.000 personas ,la Superiora General con su consejo,  numerosas  Hijas de la Caridad y  además su madre  y uno de sus hermanos , la madre llevaba la reliquia de su hija.  Ambos  dieron testimonio de lo que  Sor Lindalva representaba para la familia; su madre expresaba intensa alegría al pensar que había dado una hija Dios y a los pobres., era admirable ver su serenidad y su alegría.
La vida de Sor Lindalva  nos dice que  el Reino de Dios no se construye  por la violencia sino por el amor  y la entrega desinteresada en el  servicio . Todo discípulo de  Cristo  está llamado a  sufrir por amor y  a servir . “Yo les mostraré todo  lo que tendrá qué sufrir  y padecer por mi nombre “, le dijo Jesús a San Pablo cuando lo eligió.
¿Qué nos dice Dios ahora  a través  de esta hermosa vida, una vida corta pero llena de Dios? La pone ante nuestros ojos para que aprendamos a  amar y a vivir solo para Dios y a centrar nuestra vida en El.  Sor Lindalva  decía: “Hay que  meditar y asimilar la palabra de  Dios , esto es  necesario para qué nuestro servicio tenga sentido y valor ; necesitamos leer la palabra de Dios  desde el punto de vista del pobre, pero también  leerla desde la vida de los pobres.
Al comenzar  a estudiar el decreto sobre el martirio de Sor Lindalva, el Prefecto de la Congregación para  la causa de los Santos,  el Cardenal  José  Saraiva , recordó las palabras del Papa Benedicto XVI  a los religiosos. “ Pertenecer  el Señor significa  consumirse en su amor, dejarse transformar por su belleza , ofrecerle su pequeñez que ,unida a su grandeza,   da testimonio la riqueza del amor . Pertenecer al Señor, he ahí en qué consiste la misión de los hombres y mujeres que han escogido servir a Cristo en los pobres , a un Cristo casto, pobre y obediente para que el mundo crea y sea salvado.”
Pidamos al Señor  por medio de  Sor Lindalva y  de todos los Santos y Beatos de la Familia Vicentina, como nos lo dice el Padre General, que nos ayude a vivir nuestra vocación como la vivieron ellos y nos alcance del Señor  vocaciones sólidas  que sepan  consumir su vida  amando al Señor en los pobres.
BehanceBehance